Como profesionales de la arquitectura, aplicamos de manera intuitiva la eficiencia energética en nuestros proyectos, aprovechamos y utilizamos los recursos naturales como la iluminación natural, la ventilación cruzada, radiación solar, entre otros. Sin embargo, es fundamental ir más allá del sentido común e intuición, y avanzar en la utilización de herramientas tecnológicas más avanzadas.
Existen acreditaciones como la Certificación energética de viviendas (CEV) o la Certificación de edificio sustentable (CES), pero también metodologías como el BIM, que permite prever el comportamiento futuro de los edificios en términos de consumo de energía, emisiones de carbono y confort. Mediante simulaciones y análisis de rendimiento energético, se puede optimizar el diseño arquitectónico y tomar decisiones informadas para mejorar la eficiencia del producto final. Además, permite colaborar de manera más efectiva con otros profesionales involucrados en el proyecto para integrar mejores soluciones desde las etapas iniciales.
Reducir el consumo de energía desde el diseño
Según el Balance Nacional de Energía 2020 existe un aumento en el consumo energético desde el año 2010 en la mayoría de los sectores. El sector residencial representa el 17% del consumo total, equiparando al sector minero a nivel nacional. Podría deducirse que las exigencias técnicas no han sido lo suficientemente efectivas en los últimos años, a pesar de los avances en la digitalización o la industria de la construcción, faltan incentivos para promover la adopción de prácticas más sostenibles en el sector.
Al comparar diferentes materiales de construcción, hemos logrado reducir hasta un 40% el consumo de energía en proyectos. La elección de materiales con buenas propiedades aislantes contribuye a reducir la demanda energética del edificio. Además, la incorporación de fuentes de energías renovables genera ahorros adicionales y reduce la dependencia de fuentes de energía convencionales más contaminantes.
La adopción de prácticas de eficiencia energética en la arquitectura y la construcción tiene múltiples beneficios a largo plazo. Además de reducir el impacto medioambiental, también se obtienen ahorros significativos en costos operativos.
¿Cómo se mide en un proyecto construido y durante su uso la eficiencia energética?
Es importante enfatizar que la máxima eficiencia se logra durante el desarrollo de un proyecto. En un proyecto construido, considero que la forma más evidente de medir eficiencia energética son sus datos sobre el consumo energético, en esto se evalúan varios factores como la eficiencia de los equipos, así como la infraestructura del edificio, su diseño y calidad de materiales, autonomía de iluminación natural, protecciones solares e incluso la adecuación del uso programático del edificio. Además, se puede cuestionar la calidad misma de construcción utilizando equipos especializados para analizar la calidad del aire interior, puentes térmicos, hermeticidad del aire e iluminancia, entre otros.
En resumen, el diseño y la evaluación de la eficiencia energética requieren enfoques intuitivos y tecnológicos. El uso del BIM y la implementación de estrategias sostenibles maximizan la eficiencia energética de los edificios, generando beneficios económicos, medioambientales y de confort. El monitoreo continuo del desempeño energético es clave para garantizar un uso eficiente de la energía y promover la sostenibilidad en la construcción. Leer más