La reciente decisión del gobierno de Estados Unidos de imponer un aumento de los aranceles sobre productos clave como el acero, aluminio y otros materiales ha desatado una fuerte polémica a nivel internacional, especialmente en las relaciones comerciales entre Estados Unidos y Canadá. Los aranceles del 25% impuestos por la Administración de Donald Trump, que afectan directamente a las importaciones de acero y aluminio, han generado una escalada en la guerra económica entre los dos socios comerciales más cercanos.
A raíz de esta medida, el gobierno canadiense no tardó en reaccionar. Este miércoles, Ottawa anunció que impondrá gravámenes a productos estadounidenses por un valor aproximado de 21.000 millones de dólares (30.000 millones de dólares canadienses, 19.000 millones de euros). Los nuevos aranceles se aplicarán a una serie de productos, incluidos acero, aluminio, productos manufacturados y otros artículos clave de la industria estadounidense.
La decisión de Canadá de responder a los aranceles de Estados Unidos no se hizo esperar. Según el gobierno canadiense, los gravámenes de represalia entran en vigor el jueves, 13 de marzo de 2025, y estarán dirigidos específicamente a las importaciones de acero y aluminio de Estados Unidos, así como a productos agrícolas y otros sectores estratégicos. Entre los productos afectados por los nuevos aranceles se incluyen bienes de consumo como maquinaria, vehículos y productos tecnológicos, que serán gravados en un 25%, al igual que los metales mencionados.
Este endurecimiento de las políticas comerciales entre ambos países marca una nueva fase en la disputa económica iniciada bajo la Administración Trump. La medida tiene el potencial de afectar a miles de trabajadores y empresas en ambos países, mientras que las tensiones continúan creciendo en el marco de las negociaciones sobre el Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC), recientemente firmado.
En su respuesta, el gobierno canadiense subrayó que las nuevas tarifas son una "acción necesaria para proteger la economía canadiense" y garantizar la equidad en las relaciones comerciales entre las dos naciones. Aunque el país vecino ha expresado su frustración por las medidas unilaterales de Estados Unidos, Ottawa dejó claro que las represalias buscan contrarrestar el impacto negativo de las políticas proteccionistas implementadas por Washington.
La situación sigue siendo tensa y continuará evolucionando, mientras los expertos analizan las posibles repercusiones a largo plazo de esta guerra comercial, no solo para Canadá y Estados Unidos, sino también para los mercados internacionales que dependen del comercio de estos materiales clave.
Este conflicto es solo uno de los muchos desafíos económicos que enfrenta la región en un contexto global de incertidumbre comercial.