Cuando hablamos de Economía Circular (EC) nos referimos a innovación, tecnología, productividad y estrategia. Apuntamos a la eficiencia, al ahorro, a la descarbonización de procesos productivos, a una visión sistémica. Cuando hablamos de EC vemos un potencial de crecimiento económico basado en la adopción de nuevas tecnologías y en el desarrollo de industrias que, permitan sofisticar la matriz productiva del país. De acuerdo a Accenture Strategic, la EC representa una oportunidad de negocio valorizada en más de US$4.5 trillones al 2030, y para el 2060 esta cifra superará los US$58,93 trillones. De ahí la importancia de acelerar la tan ansiada transición que tanto pregonamos.
El primer desafío para acelerar esta transición, está dado por las tecnologías 4.0 que son indispensables para sostener un modelo de desarrollo basado en la EC. El uso de Big Data, Inteligencia Artificial, Internet of Things (IoT), Blockchain, etc. Son tecnologías clave para optimizar nuevos procesos productivos que respondan a requerimientos propios de este modelo. Y esto es fundamental porque se ha cuantificado en más de US$3,7 trillones el impacto que podría tener la EC en el desarrollo tecnológico a nivel global y ,además, porque la 4ta Revolución Industrial que estamos presenciando se construye sobre la circularidad y sobre un elemento esencial: la trazabilidad de procesos e insumos.
Un segundo desafío apunta a la reactivación económica post-pandemia, la recuperación del empleo y la necesidad de relocalizar las cadenas de suministro a nivel mundial. Siguiendo las ideas planteadas por Petar Ostojic, la pandemia del Covid-19 y el extenso lockdown en diferentes centros productivos vino a demostrarnos la fragilidad de estas cadenas y el impacto que tienen en la economía global, principalmente en términos inflacionarios y de empleo. De ahí la necesidad de reemplazar el pensamiento “global” por un pensamiento “glocal” que rompa con la dependencia excesiva de cadenas de suministro global y que dé paso a la relocalización de centros logísticos, donde comencemos a revalorizar la importancia de los mercados en su dimensión local.
Finalmente, debemos enfrentar nuevos marcos normativos que empujan al mercado hacia una EC: Ley REP, plásticos de un sólo uso, cambio climático, entre otras. Como diseñadores de política pública, debemos generar respuestas para una ciudadanía mejor informada en materia de sostenibilidad, promover el uso de herramientas tales como el Sistema B, el cumplimiento de normas ISO, combatir el greenwashing por medio de herramientas como el Ecodiseño, el Análisis de Ciclo de Vida, estándares de reportabilidad (GRI, SASB, entre otros).
Hoy, a la luz de los hechos, nos enfrentamos a la incertidumbre de lo desconocido no tan sólo porque la EC se desenvuelve en sistemas complejos, sino también porque estamos viviendo la principal amenaza para la humanidad: el cambio climático. Pero es vital que comprendamos cómo esta complejidad afecta las posibilidades de nuestro presente, y busquemos las formas en que podamos aprovechar estas nuevas dinámicas para no dudar en avanzar hacia un nuevo modelo de desarrollo. Leer más