En un contexto global marcado por el cambio climático antropogénico, la urgencia por reducir emisiones y los crecientes costos energéticos, la Eficiencia Energética (EE) en edificaciones ya no es una opción deseable: es una exigencia. Particularmente en Chile, donde el sector edificaciones representa el 22% del consumo energético nacional (300 PJ / año), el marco regulatorio ha comenzado a alinearse con esta necesidad urgente, estableciendo nuevas normas que redefinen el concepto de calidad en la edificación.
La Ley 21.305 sobre Eficiencia Energética representa un paso decisivo en esta dirección. Más allá de fijar metas de ahorro energético (una reducción del 10% al 2030), esta ley impulsa un cambio estructural. Un aspecto clave de esta transformación es la Calificación Energética de Viviendas (CEV), que será obligatoria para obtener la Recepción Definitiva a partir de octubre de 2025. Esta calificación no solo permite comparar viviendas según su desempeño energético, sino que también otorga transparencia al mercado inmobiliario, empoderando a los usuarios en su toma de decisiones.
El cambio normativo no termina ahí. Se han incorporado nuevas exigencias para la envolvente térmica, controles sobre condensación superficial e intersticial, ensayos de infiltración de aire, y la incorporación de sistemas de ventilación mecánica o pasiva. A partir del 28 de noviembre de 2025, estos requisitos se aplicarán a edificaciones nuevas de uso residencial, educacional, de salud y hospedaje. En otras palabras, la normativa busca asegurar un estándar mínimo de confort térmico, calidad del aire interior y eficiencia en el uso de la energía.
Estas exigencias no son meros tecnicismos. Son fundamentales para enfrentar un problema estructural del parque habitacional existente: altos niveles de gasto energético para calefacción y climatización (53% de los gastos energéticos en viviendas y 65% en edificios públicos) especialmente en climas extremos, afectando de forma directa la economía de las familias y su calidad de vida. Les siguen en orden de importancia los gastos en generación de agua caliente sanitaria (20% y 15%), y en iluminación (4% y 10%).
El confort interior, históricamente ausente en la normativa chilena, hoy se posiciona como un eje clave. A través del control de infiltraciones, aislamiento térmico adecuado y ventilación controlada, se busca asegurar ambientes saludables, con temperaturas estables y mejor calidad del aire. Esto cobra aún más relevancia considerando que 7 de cada 10 chilenos vive bajo estándares deficientes de calidad del aire, muchas veces asociados al uso de leña en viviendas mal aisladas.
Sin embargo, cumplir con estas exigencias requiere financiamiento, capacitación y articulación. Estos puntos se discutieron en el evento Get Smart, Start Efficient que organizó recientemente la asociación gremial ANESCO. Este encuentro sirvió para reposicionar a la Eficiencia Energética como una herramienta fundamental para el desarrollo del país. En este sentido, el modelo ESCO (Empresas de Servicios Energéticos) ofrece soluciones efectivas: las empresas asumen la inversión en eficiencia a cambio de una parte de los ahorros generados. No obstante, aún existen barreras financieras que dificultan su masificación, especialmente en el sector residencial, donde se requiere apoyo estatal, garantías y una institucionalidad ágil.
El desafío actual es integrar estas nuevas exigencias normativas con políticas públicas activas, incentivos tributarios y una estrategia nacional clara que reconozca que la eficiencia energética no es solo un ahorro energético, sino una mejora en la salud, el confort y la dignidad de las personas. Desde la aislación térmica hasta los sistemas de monitoreo inteligente, cada componente suma en la creación de viviendas más resilientes, sostenibles y humanas.
La eficiencia energética debe consolidarse como el nuevo estándar de habitabilidad. No basta con construir más; debemos construir mejor. Y esto significa asegurar que cada edificio nuevo o renovado responda a criterios estrictos de eficiencia, confort y sostenibilidad, integrando al usuario como un actor informado y activo. La normativa está en marcha (ver: RIC – 14 – Pliego Técnico Normativo de la Superintendencia de Electricidad y Combustibles (SEC) para las exigencias de eficiencia energética para edificios). Ahora, nos corresponde implementarla con convicción.