Según el último boletín de Generadoras AG, la potencia eléctrica total instalada en Chile es de unos 33,2 GW. Tenemos potencia de sobra a nivel país, ya que solo hay una demanda eléctrica máxima de 11,9 GW, y una demanda mínima de 7,7 GW. Las Energías Renovables No Convencionales alcanzan ya una potencia instalada de 11,3 GW, de lo que estamos muy orgullosos. Y seguimos instalando más.
¿Por qué hablamos entonces de estrechez eléctrica? Porque lo que se requiere es energía y no potencia. Sumar potencias de diferentes orígenes es sumar peras con manzanas, ya que, p.ej. con toda la potencia fotovoltaica instalada de 6,1 GW no logramos prender ni una sola ampolleta de noche. Y si no tenemos viento, los 3,8 GW eólicos instalados no entregan energía alguna. Los recursos naturales de las renovables variables están lamentablemente en territorios donde no hay demanda suficiente, y se generan a las horas cuando no hay gran demanda eléctrica. Ya tenemos dos empresas que quebraron por no considerar los problemas que tenemos de transmisión y almacenamiento.
Para las horas y los lugares en que no tenemos renovables, seguimos quemando combustibles fósiles importados en termoeléctricas para transformar una fracción de la energía química contenida en el carbón, el petróleo o el gas natural en energía eléctrica, y el resto se pierde en energía térmica (“aire caliente” cargado de CO2). Se publicó orgullosamente que el 2022 por primera vez se generó más energía eléctrica renovable que electricidad proveniente del carbón, un combustible barato que cambiamos por el caro Diesel y el gas natural, aumentando finalmente el precio de la electricidad.
El problema de la transmisión eléctrica de una región a otra es difícil y costosa, y en Chi- le demoramos una década para ampliar en solo 3GW la transmisión de norte al centro (proyecto de 1.350 km de línea HVDC, Kimal – Lo Aguirre). Y recién ahora tenemos una ley que recompensará el almacenamiento eléctrico, que desplaza en el tiempo las energías variables para el momento en que la demanda lo requiera.
Y en este ámbito es imperioso recordar que la electricidad representa solo el 22% de la energía final consumida en Chile. Así que para los otros usos de la energía que representan el 78%, para p.ej. calor, frío, transporte, cocción, agua caliente sanitaria, etc., quemamos combustibles fósiles importados, con la salvedad del 13% que es la biomasa nacional. Esas importaciones por más de USD 10.400 millones el año 2019 representaron 3 veces lo que invirtió el Ministerio de Obras Públicas chileno ese año, y los exorbitantes aumentos de precios internacionales de combustibles durante el 2022 debido a la invasión de Rusia a Ucrania significa que quemamos literalmente unos cinco presupuestos de Obras Públicas para proveernos de energía.
La buena noticia es que por nuestra geografía tenemos muchísimas energías renovables: solar, eólica, hídrica, marina, biomasa, geotermia, etc. Los estudios de GIZ, CORFO y otras entidades nos cuantifican que tenemos renovables con un potencial de unas 70 veces la potencia eléctrica instalada. Como lo que necesitamos es calcular la energía, tenemos que multiplicar la potencia por el tiempo, y eso se llama factor de planta, que es el porcentaje de las horas anuales en que se puede cosechar la potencia instalada. Los paneles fotovoltaicos instalados en el desierto de Atacama tienen un factor de planta del 37% en comparación con instalarlos p.ej. en España, donde el mismo panel (la misma inversión) tiene un factor de planta del 20% al 25%. Un aerogenerador en el Mar del Norte europeo puede tener un factor de planta del 50%, y en Magallanes un 70%. Por ello Chile tiene la posibilidad de generar la electricidad más barata del planeta (USD/MWh). Cuando hacemos el cálculo de la energía posible (multiplicando la potencia por el factor de planta y las horas anuales) llegamos a la conclusión que Chile podría generar el 7% de toda la energía que utiliza hoy la humanidad, y sería limpia energía renovable.
Para almacenar, transportar (y exportar) esa energía renovable en forma de moléculas (hidrógeno, amoníaco, metanol, e-fuels, etc.) tenemos la Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde que pretende utilizar de aquí al 2050 el 15% de ese gran potencial renovable, y crear desde cero una industria sustentable del mismo orden de magnitud que la minería actual. Una excelente oportunidad imperdible para este país. Leer más