La construcción civil en Brasil vive un momento próspero, con expectativa de crecimiento para lo que queda de 2024. Sin embargo, el sector pasa por un desafío importante que ya está siendo un factor limitante para los negocios: la falta de mano de obra.
Según datos de Sondagem da Construção, realizada por Fundação Getulio Vargas, en junio de este año, el 71,2% de las empresas de la construcción tuvieron dificultades en contratar trabajadores calificados en los últimos 12 meses, siendo que el 39% han reportado mucha dificultad. Los segmentos de servicios especializados, por ser más intensivos en mano de obra, acaban siendo más afectados, especialmente aquellos que están en la fase final del ciclo productivo.
Dicha cuestión afecta a todas las regiones del país y debe potencializarse en los próximos años, debido a la digitalización y mayor acceso a las informaciones por los jóvenes, quienes buscan alternativas de empleo con más tecnología y menos esfuerzo físico. Con eso, percibimos una falta de mano de obra en el sitio de trabajo, pero también intelectual.
Es importante tener en cuenta que hay evasión de joven talentos del país y la falta de estímulo por salarios bajos y ciclos de discontinuidad. Además, ellos están en búsqueda de un nuevo modelo de negocio, donde puedan establecerse y realizar cambios, pues son motivados a eso. Vivenciar experiencia es fundamental.
El reto de la falta de mano de obra resulta en otra cuestión, que es el aumento de la remuneración y de los encargos tributarios resultantes de la contratación de profesionales. En Brasil, el Índice Nacional de Custo da Construção (INCC), desarrollado por FGV, comprueba ese movimiento. En 2024, el costo con mano de obra tuvo una variación del 7,26%, superando el índice de inflación en el período.
En ese contexto, la industrialización es un aliado, pues hay una mayor cualificación de los profesionales quienes actuarán en la etapa constructiva, lo que contribuye para la retención de talentos en el sector y un mayor interés por parte de la nueva generación, debido al uso de tecnología e innovación.
Las estructuras prefabricadas de hormigón son producidas y suministradas por la industria y el sitio de trabajo se transforma en un sitio de montaje, con un número menor de profesionales dentro de ese ambiente, colaborando para aumentar la seguridad y reducir los riesgos de accidentes.
La industria por tener una estructura organizada para la continuidad de los procesos, posibilita un mayor interés del empleado por permanencia, debido a las oportunidades de avances y desenvolvimiento de carrera y un ambiente propicio a la innovación, lo que proporciona nuevos aprendizajes y conocimientos técnicos. También todos los cuidados que se vuelven hacia la integridad, seguridad, y salud ocupacional posibilitan mejor calidad de vida y auxilian en la reducción del “turn-over”.
La industria brasileña de prefabricados, en relación a las industrias de los países desarrollados como algunos países europeos y los Estados Unidos, tiene un menor grado de automación. A medida en que la mano de obra se vuelva más escasa, la tendencia es tener un grado de automatización más elevado y adoptarse más tecnología con nuevas herramientas, incluyendo la robotización.
Por eso, existen muchos esfuerzos que se están realizando siendo realizados para una mayor industrialización de la construcción civil brasileña, tanto es que el uso de las estructuras prefabricadas de hormigón, se está ampliando en segmentos distintos y en diversas tipologías.
De acuerdo con el Cuaderno de Datos Sectoriales, realizado por FGV, a pedido de Abcic, entre 2020 y 2022, durante la pandemia, las áreas que más demandan proyectos fueron: centro de distribución y logística, industria, menudeo, edificios comerciales, centros de compras, infraestructura y obras especiales, y habitacional, además de obras relacionadas a la minería, agronegocio, data center, entre otros.
Además del beneficio de calificar la mano de obra y transformar el sitio de trabajo en un área de montaje, la industrialización también amplía la productividad, velocidad y previsibilidad de las obras, reduciendo costos, desperdicios, retrabajo y las emisiones de carbono.
Cuanto mayor el grado de industrialización en la construcción, mejor capacitación y conocimiento, y menor uso de fuerza, posibilitando atraer, cada vez más, a las mujeres quienes representan un importante contingente de mano de obra. La industrialización tiene un potencial inclusivo y sostenible desde las cuestiones dirigidas hacia el lado social.