En Rio Grande do Sul, el estado más meridional de Brasil con 11 millones de habitantes, las inundaciones históricas han causado estragos en más de la mitad de los municipios, afectando a aproximadamente 700,000 personas. Las autoridades han contabilizado hasta ahora 75 personas fallecidas, 103 desaparecidas y 155 heridas. Aproximadamente 80,000 personas han sido evacuadas, más de 4,000 inmuebles se encuentran sin electricidad y 800,000 están sin suministro de agua, según el gobierno estatal. Además, los organismos de Defensa Civil de la capital estatal, Porto Alegre, y de Rio Grande do Sul, han informado que al menos 18,000 personas han sido trasladadas a refugios temporales.
"Es el peor desastre registrado en la historia de Rio Grande do Sul y posiblemente uno de los más devastadores que Brasil ha experimentado en tiempos recientes", declaró el gobernador, Eduardo Leite, en una conferencia de prensa. Se ha decretado estado de calamidad pública en la región, y Leite teme que muchos servicios esenciales colapsen en los próximos días.
Las autoridades locales, estatales y federales están movilizando a gran parte del personal público para realizar operaciones de rescate y atención. Bomberos, policías y voluntarios civiles participan en las búsquedas y rescates, mientras que desde Brasilia, el gobierno federal envió 100 miembros de la Fuerza Nacional a Rio Grande do Sul el viernes 3 de mayo. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva sobrevoló la región este domingo acompañado de altos cargos del Congreso y prometió destinar cientos de millones de reales para los esfuerzos conjuntos. "Es momento de ayudar a Rio Grande do Sul", afirmó Lula, marcando su segunda visita presidencial durante esta crisis.
El desastre ha afectado la infraestructura de la región, incluyendo la destrucción de puentes y el bloqueo de carreteras, dificultando la entrega de ayuda en algunas áreas. Ciudades como Muçum y Sinimbu han quedado aisladas debido a la pérdida de acceso terrestre.
Rudi Birck, un residente de 62 años de Eldorado do Sul, ha vivido dos inundaciones devastadoras en poco tiempo. Birck posee una tienda de calzado y una agencia de seguros, ambas afectadas por las inundaciones previas. Tras perder su hogar y negocios, ahora se encuentra desplazado en Lajeado sin poder regresar a su casa debido a la destrucción de puentes y carreteras.
La tragedia ha despertado una notable solidaridad en toda la región. Los voluntarios se han unido para realizar rescates y asistir a las víctimas, arriesgando sus vidas. En Canoas, por ejemplo, los residentes formaron un cordón humano para ayudar a evacuar a las personas atrapadas en el agua.
En Porto Alegre, el río Guaíba ha alcanzado niveles históricos, inundando el centro de la ciudad y afectando áreas residenciales. Los esfuerzos de rescate se concentran en la Usina del Gasómetro, un edificio emblemático que sirve de base para las operaciones de socorro.
El Instituto de Investigaciones Hidráulicas (IPH) de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul estima que el nivel del agua permanecerá alto durante al menos tres días más antes de comenzar a disminuir. Mientras tanto, los residentes y voluntarios continúan enfrentando las consecuencias de esta crisis, con la esperanza de que el clima mejore pronto y que el agua comience a retroceder.