Esta columna la quiero dedicar a quienes se esfuerzan, a pesar de las complicaciones para tratar de hacer las cosas bien y aportar a construir una sociedad mejor, desde el mundo de los productores de madera.
No estoy muy segura de que la sociedad comprenda en profundidad el rol que cumplen los bosques, sé que escuchan al pasar que es importante por la captura de carbono, pero ¿qué pasaría si se quemaran todos los bosques? Sin medidas de resguardo la pérdida es realmente catastrófica para el planeta porque perdemos la principal fuente que tenemos para controlar el aumento de la temperatura global y consecuentemente la pérdida de biodiversidad, vital para la vida, nos perjudicamos todos.
¿Cuánto aporta la madera a nuestra vida diaria? Está tan presente que esa cotidianidad no nos hace percibir ni apreciar lo suficiente, entonces es momento de reflexionar y valorar lo que tenemos y, por tanto, protegerla. Por esta simple razón quiero explicar porque es necesario que existan los bosques plantados: a través de su desarrollo la humanidad se ha ido gastando sus recursos naturales, haciendo una extracción descontrolada de las maderas con mejores características comerciales.
Los países han creado distintos mecanismos de resguardo, en el caso de Chile existe la Ley 20.283 de bosque nativo, la cual establece el marco regulatorio para su uso; sin embargo, como no se ha realizado sistemáticamente un manejo silvícola para el mejoramiento del bosque nativo productivo y sólo se han abordado ciertos aspectos como, la conservación, principalmente en materia de restauración y la regulación para su explotación con beneficios que no han sido tan atractivos y/o aplicables, aunque en el largo plazo puede llegar a ser un buen instrumento, siempre que se ajuste a las necesidades.
Sin restarle importancia a lo anterior, ha faltado incentivo para que los pequeños propietarios hagan las intervenciones silviculturales para el enriquecimiento, y logren que su explotación genere un círculo beneficioso con un manejo sustentable del recurso. Entonces, consecuencia de lo que hay, es que el bosque nativo accesible comercialmente, aunque existe y podría participar más en la producción de madera no lo está haciendo en la práctica por las dificultades que conlleva.
Por otra parte, prácticas poco sustentables de diversos sectores, principalmente agrícola, por siglos han ido creando superficies de suelos degradados, que dieron el espacio inicial (década 50 a 60) para que las plantaciones fuesen una posibilidad para la industria, disminuyendo significativamente la sobreexplotación sin regulación del bosque nativo. Por lo que las plantaciones han cumplido un rol importante en la protección de nuestro recurso más preciado, ya que la sociedad sin madera y sus ventajas estaría haciendo uso de materiales aún menos amigables como plástico, acero, cemento para cubrir sus necesidades, es decir, con madera es mejor.
En retrospectiva, se pudieron haber resguardado más aspectos, pero por desconocimiento y escasa regulación legal se produjeron consecuencias de las que hay que hacerse cargo y enmendar, por ejemplo, en materia de ordenamiento territorial para ocupar con menos riesgo el territorio, bosques y población aledaña, evidentemente requiere políticas públicas que permitan el desarrollo poblacional y productivo bajo marcos regulatorios confiables y por supuesto, más investigación para introducir eficientemente plantaciones con enriquecimiento de especies para evitar el monocultivo, e incluir nativas (renovales de roble-raulí, coigüe y otras) que bien manejadas serían un gran aporte; aunque por ahora los dejo con gusto a poco al no disponer de más espacio para hablar de las buenas características, sobre todo rápido crecimiento de la madera de pino radiata para salvar la situación, mientras usamos la expresión “hay que” por contar con una otra que diga “está hecho”. Leer más