La función principal que tienen los bosques para la humanidad es la producción de bienes y servicios. Siendo la madera la más reconocida, es capaz de retener y almacenar el carbono presente en la atmósfera como dióxido de carbono, por lo que contribuye a mitigar los efectos del cambio climático. Otras funciones de los bosques son regular el ciclo hídrico, reducir los efectos de la erosión sobre el suelo y mantener las condiciones ambientales para sostener la biodiversidad. Si está claro el equilibrio producción/conservación, intentaré explicar algunas de las causas que están limitando su uso.
La ley 20.283, de bosque nativo, regula su uso bajo restricciones, entre ellas, se requiere autorización para intervenir y es un rol de los ingenieros forestales, quienes a través de un plan de manejo (comparable a la receta de un médico), presenta una propuesta frente a la Corporación Nacional Forestal (CONAF), es decir, el plan de manejo es una herramienta muy potente que puede modificar desde la silvicultura a la cosecha de bosques nativos o plantados.
Estas intervenciones tienen que generar ganancia para que pueda ser consideradas una opción para propietarios, lo cual dependerá de múltiples factores como cuanto cuesta el inventario, la cosecha y en cuánto se puede vender dicha existencia autorizada a intervenir. Entre los productos madereros están la leña, madera para pulpa, papel y tableros y madera aserrable para construir casas y muebles. Cada cual con requisitos de calidad específicos.
En Chile, desde una perspectiva productiva, se cuenta con información sobre las existencias netas disponibles, es decir, volúmenes de madera con indicadores de calidad que descuentan los defectos de sanidad y forma, lo que determina los usos posibles para la madera. Del volumen total de 3.486 millones de m3ssc (sólidos sin corteza) de madera, 2.749 millones es potencialmente utilizable para procesos industriales (pulpa, papel o tableros); y sólo 198,5 millones (7%) es utilizable en procesos de aserrío, de diámetros iguales o superiores a 25 centímetros. En conclusión, hay madera, pero la de más alta calidad es bastante poca.
Otro aspecto a considerar es la accesibilidad de estos 3.486 millones de m3, distribuidos en una superficie de 13,4 millones de hectáreas entre las regiones de Los Ríos y Magallanes. Porcentualmente la mayor cantidad de bosques nativos están en Aysén (37), Magallanes y Los Lagos (19 c/u), Los Ríos 10 y Araucanía 9, mientras que entre Coquimbo y Biobío sólo hay 6. El crecimiento de los bosques nativos es de aproximadamente 86 millones de metros cúbicos, esto es el incremento experimentado por los troncos de los árboles y representa el nuevo volumen provisto cada año. En perspectiva, esta cifra es el doble de lo que todo el sector industrial chileno utiliza anualmente, por lo que se puede asegurar que la madera es un recurso renovable. Aunque, su uso y calidad es hoy un asunto del huevo o la gallina, ya que los propietarios de los bosques son en su mayoría pequeños propietarios que requieren vivir de sus recursos, pero si solo extraen sin mejorar, la calidad se va deteriorando y cada vez acceden a menos calidad para vender madera y más para vender leña, y es lo que está pasando, pero si mejora la oferta/demanda de productos de ingeniería en madera de alto valor, se puede usar mejor el bosque y empezar a revertir este continuo deterioro.
Si tiene la oportunidad, elija madera nativa en sus proyectos y haga el esfuerzo por un negocio rentable y sustentable. Es ahí donde se puede aportar a su conservación y no desde la ineficaz creencia de que el bosque hay que dejarlo sólo para observar o para turismo, porque ello sólo podría ser garantía de exposición a amenazas de sustitución, tala ilegal y/o cambio de uso de suelo. Leer más