Quienes creemos en la madera y su nobleza como material sabemos que sus características son cualidades que para otros son defectos. La higroscopicidad es una de ellas, es decir la capacidad de contraerse o hincharse dependiendo de la humedad ambiental. Esta conduce a una menor o mayor estabilidad dimensional y, por tanto, a ser afectada por la humedad.
Cualidades anatómicas, físicas, químicas, mecánicas y de biodegradación son distintas para cada tipo de madera, las hacen ser más estables, resistentes y más durables y son más apreciadas aquellas especies que poseen más cualidades para construir y ser intemperizadas, entre ellas el alerce y el ciprés. De los Nothofagus, se dice que el roble dura para siempre por su resistencia, que el raulí tiene una alta estabilidad dimensional, la lenga presenta gran trabajabilidad y así las descripciones positivas siguen y siguen.
Finalmente, son materiales orgánicos susceptibles para deteriorarse por factores bióticos (hongos e insectos) y abióticos (fuego, luz UV, humedad, viento). Entonces, la recomendación es la protección por diseño, y la regla número uno para diseñar es que la madera no quede expuesta a la intemperie, es decir evitar su exposición a estos factores (hay casos en que no es posible como botes, puentes, muelles). Las maderas poco durables, como el pino radiata, debe ser preservada con productos químicos para su uso basilar, más ahora que se aprobó el decreto del rotulado para maderas de uso estructural, es decir, ahora es obligatorio indicar sus cualidades en una etiqueta en cada pieza. Hasta aquí, las normas aseguran que la madera se proteja del ataque de patógenos de origen biológico, pero los efectos de la humedad y el sol siguen siendo un problema, para ello existen otras posibilidades. Entre las más destacadas están las maderas modificadas (termotratada, furfurilada y acetilada). Esta última es una modificación química que intercambia los grupos hidroxilos (OH) de la celulosa por grupos acetilos, usando impregnación con anhídrido acético, con lo cual la madera se vuelve estable y deja de ser higroscópica, este proceso está patentado en el mundo, yo misma lo investigué en Chile hace una década, demostrando que se podría realizar, pero los inversores no se mostraron interesados.
En mi opinión, tiene que ver con las exigencias y con que aún se puede construir usando otras opciones más económicas, incluso dejando la madera sin protección, porque no hay obligación de responder después de algunos años si esta presenta signos de degradación.
Falta hacer mención a un grupo de recubrimientos de protección superficial que pueden ayudar, entre ellos impermeabilizantes, imprimantes, stain, barnices y pinturas. Lo que hay que saber es que se deben usar sistemas sustrato protector, no es lo mismo sobre un tablero OSB que sobre madera, y que los pigmentos son siempre útiles para protegerse de los rayos ultravioleta. Los formadores de película necesitan alta elasticidad para resistir en condiciones de humedad, entonces resinas poliuretanas, epóxicas y poliéster son mejores que acrílicas y estas son mejores que las alquídicas. En maderas nuevas usar imprimantes como aceite de linaza, ceras o no formadores de película ayuda a mantener la estabilidad de la madera, pero se debe aplicar recubrimientos en 2 a 3 capas y reponerlo con periodicidad bianual en pinturas y anual si es stain o barniz pigmentado. El bloqueo de superficie o los sistemas de administración controlada de biocida mejoran significativamente con nanotecnología, incorporando nanopartículas como grafeno o dióxido de titanio, dióxido de zinc o plata, entre muchos. La industria de recubrimientos las está incorporando con excelentes resultados de impermeabilización, pero hay que indagar un poco al comprar y pedir apoyo técnico a expertos para irse a la segura. Madera impregnada con nanodispersiones de óxido de zinc (nano-ZnO) y borato de zinc (nano-ZnB) han sido probadas con éxito para evitar el ataque de termitas. Leer más