Hace un par de años dirigí una tesis que buscaba encontrar algunas causas del retraso en la entrega de obras de construcción. Un hallazgo relevante de este estudio fue que se presentaba una relación entre la mano de obra semicalificada con el cumplimiento del plazo. De los proyectos estudiados, se estableció la importancia de contar con mano de obra calificada y cómo esta incide positivamente en el avance. A su vez, se pudo confirmar que entre los meses de enero y marzo se cuenta con menos personal y esto atenta contra el cumplimiento de la fecha de entrega, por lo que en todos los proyectos estudiados una programación optimista y poco realista impactaba negativamente en el ritmo de construcción, principalmente por no considerar la disponibilidad de mano de obra competente para los distintos proyectos.
Al realizar un análisis cualitativo de la disponibilidad de mano de obra y la construcción se puede observar que la industria tiene una falencia respecto a la capacitación. Si bien se han realizado esfuerzos por mejorar y profesionalizar los oficios de la construcción, aún nos falta mucho por avanzar. Actualmente, el programa Chilevalora reconoce 131 perfiles para oficios de la construcción en general, varios de ellos relacionados a la edificación con hormigón, sin embargo, por la naturaleza de la industria y en especial por la alta rotación de personal en la construcción, las empresas constructoras pueden sentirse desincentivadas a implementar y fortalecer estas iniciativas de perfeccionamiento.
Para la construcción con hormigón, se ha avanzado en certificaciones formales para capataz de obra gruesa o vibradorista, por mencionar algunos. Esto es claramente insuficiente si pensamos que no se implementan indicadores de control útiles para los profesionales de control de calidad y/o inspección técnica.
Los indicadores deben permitir hacer mediciones y tener metas, en lo posible se debe medir al azar, cada etapa del hormigonado, esto es: Diseño y fabricación de las mezclas, velocidades de descarga, alturas de caída, rendimiento del vibrado, capacidad de los moldajes, terminaciones superficiales, resistencias para dejar de curar, desmoldar o descimbrar y por supuesto para aceptar los elementos hormigonados, por mencionar algunos.
El punto de partida debe ser la especificación, desde el año 2017 la norma NCh170 entrega al ingeniero calculista la responsabilidad de especificar los grados de exposición de las estructuras (durabilidad), se debe indicar también frecuencias de muestreo suficientes, adecuadas y pertinentes, terminación superficial, además es necesario establecer una relación entre métodos y procedimientos de curado y el servicio de lo construido. Tristemente aun no llegamos al óptimo en este punto y las especificaciones contienen, en general, elementos de más que no aportan y carecen de indicaciones en estos y otros puntos relevantes.
Es así como es relevante la capacitación de mano de obra a través de iniciativas que permitan formalizar los conocimientos en los oficios de la construcción y avanzar en la implementación de controles e indicadores que permitan evidenciar la calidad, sólo entonces se podrá avanzar en la productividad del sector.
Actualmente se avanza tímidamente en la implementación del espíritu de la norma chilena NCH170-2016, que busca el que se priorice el resultado por sobre el proceso; la norma en este punto quita relevancia a las indicaciones específicas o prescripciones y a su vez, insta a implementar mejoras e innovación en los procesos de modo de conseguir la calidad en la construcción.
Con lo anterior, no debieran ser aceptables frases como “siempre se ha hecho igual”, y es urgente fomentar la triada: Capacitación/certificación de mano de obra, Implementación de indicadores de control y calidad de la especificación. Leer más