Cabe hacer esta reflexión en honor al Día Mundial del Ahorro Energético, evento que se celebra todos los 21 de octubre por iniciativa del Foro Energético Mundial desde el año 2012. En Chile se publicó en febrero del 2021 la Ley de Eficiencia Energética (Ley N° 2012) que afecta (sólo) a los grandes consumidores, y por lo tanto grandes emisores de Gases de Efecto Invernadero, GEI. Esta ley contiene el “garrote” para obligar a esas industrias a hacer un plan de gestión y reducir paso a paso su consumo específico de energía para producir lo mismo, pero con cada vez menos uso de energía lo que constituye el corazón de la definición de Eficiencia Energética.
El otro “garrote” debería ser el Impuesto al Carbono, que hoy en Chile tiene un valor de 5 USD/ton CO2eq. El problema es que el monto resulta irrisoriamente bajo a nivel internacional, y en segundo lugar, casi nadie lo paga efectivamente. Si todas las emisiones generadas en Chile, que el año pasado llegaron a 102 millones de toneladas de CO2eq, pagarán su impuesto, la sociedad (el Estado) debería recaudar USD 510 millones al año, y sin embargo el impuesto recaudado por el fisco fue de sólo USD 138 millones, es decir, sólo un 27% del total si no hubiere tantas excepciones. Y en un 94,5% lo pagaron las generadoras eléctricas. Todas las otras actividades echan humo sin pagar el daño, los costos indirectos de los combustibles fósiles.
Desde junio de 2024 el Ministerio de Desarrollo Social calculó el costo social del carbono en 63,4 USD/ton CO2eq. Para todo el país, emitiendo 102 millones de toneladas de CO2eq el 2023, significa que el costo social fue de unos USD 6.559 millones (¡toda una reforma tributaria!), y lo que recuperó el Estado fue sólo el 2,1% de ese monto. En cualquier momento esto se va a transparentar bajo la premisa de “el que contamina paga”. Y eso será un gran cambio en la forma de optimizar los consumos energéticos en empresas y en los individuos.
Presento aquí una “zanahoria”: Reducir las emisiones es una buena forma de disminuir el riesgo de estar expuesto al riesgo financiero si en algún momento se suben los impuestos al carbono equiparándolos a los costos sociales, lo que suena obvio. Necesitamos saber cuánto daño social produce cada actividad económica comparada con el beneficio social medido como EBIDTA. Este indicador financiero (acrónimo de los términos en inglés Earnings Before Interests, Depreciation, Taxes, and Amortization), cuantifica el beneficio de la empresa antes de restar los intereses a pagar por la deuda contraída, las depreciaciones por deterioro de los bienes, los impuestos propios del negocio y la amortización de las inversiones realizadas. De este monto se benefician finalmente los accionistas, los bancos y el Estado.
Con los datos que elaboraron La Bolsa del Clima de Santiago y la consultora Deloitte Chile en el año 2021, ajustados ahora al nuevo costo social publicado este año, se puede ver que el rubro con más riesgo financiero es la producción de cemento con 154% (su costo social es más alto que su EBIDTA), seguido por el sector energía con 59%, la salmonicultura con 39%, transporte aéreo con 35%, industria forestal 23%, minería 16%, viñas y agroindustria 14%, retail 12%, telecomunicaciones 12%, y banca 2%. Prácticamente todos están por sobre la exposición máxima de un 10% de riesgo que recomiendan los analistas de finanzas. Personalmente sólo veo a una pequeña parte del sector energía, al sector eléctrico, disminuyendo este riesgo financiero, bajando su huella de carbono mediante el uso creciente de las renovables.
Reitero una vez más que no se pueden mezclar los conceptos de Eficiencia Energética con el de las Energías Renovables, son cosas completamente distintas, y no tiene sentido despilfarrar las renovables que son intensivas en capital de inversión y requieren de costoso almacenamiento para estar disponibles según la demanda. ¡La energía más limpia es la que no se usa!
Otra “zanahoria” obvia es la de reducir los costos del insumo energía, sobre todo hoy con el sinceramiento de los costos de la electricidad después del “tarifazo”. Cualquier persona racional debería invertir en Eficiencia Energética, diferenciando así lo barato de lo económico, ya que esos proyectos tienen cada vez mejor rentabilidad. Un destello de luz en el horizonte es lo que vi en la exposición EDIFICA 2024 con una gran cantidad de soluciones prácticas de Eficiencia Energética en la construcción, las que fuera de bajar los costos de la energía, aumentan el confort de las personas que trabajan en esos buenos edificios o habitan en modernas casas. El confort aumenta la productividad de las personas, así que mejorar el confort es una inversión muy rentable, debido a que el costo de los salarios en una empresa puede ser cien veces más alto que el de las energías.