Para analizar este nuevo proceso conversamos con Rodrigo Pérez de Arce, Investigador del Instituto de Estudios de la Sociedad, quien destacó la diferencia del actual con el anterior proceso, señalando que “la principal diferencia desde un punto de vista político, es el tono que ha imperado. El proceso anterior estaba bastante cargado hacia la performance, hacia mostrar cosas a ratos extravagantes, a ratos teatrales y muchas veces perdiendo de vista la conexión con la ciudadanía”.
Pérez de Arce agregó que “creo que los convencionales del proceso anterior dieron por hecho el vínculo con las personas y eso no fue así. Además, obviamente la composición de uno y otro órgano son muy distintas y lo que también es relevante mencionar es que el proceso actual está fuertemente reglamentado en gran medida por los errores de la convención que hicieron necesario un marco mucho más estricto para que este llegara a buen puerto”.
Por su parte, para el cientista político Francisco Ojeda, “el primer proceso fue un intento de respuesta al estallido social, mientras que este lo es al proceso anterior. Esa es la diferencia principal, que determina las demás. Explica por qué el primer proceso tuvo un tono progresista y el actual uno muy distinto, marcadamente conservador.” Y destacó que desde esa mirada “se derivan otras diferencias: las agendas, que en el primer proceso estaban vinculadas a derechos sociales, pueblos originarios y medio ambiente; mientras en este se enfatiza lo institucional y, socialmente, se pone en el centro la propiedad privada”.
¿Volverá el maximalismo?
El concepto de “una constitución maximalista” fue repetido por muchos analistas para explicar el porqué del 61,89% del padrón electoral votaron en rechazo al anterior proyecto. Para Ojeda, “la respuesta está en manos del Partido Republicano y de Chile Vamos. En el primer caso, las enmiendas anunciadas por su bancada significan el fin de cualquier posibilidad de consenso constitucional, pues implican –desde el punto de vista del oficialismo– no solo el rechazo de sus puntos de vista sino incluso retrocesos respecto a conquistas sociales logradas hace tiempo (como el aborto tres causales)”.
Y su análisis prosigue, destacando que “esto pone a Chile Vamos en una situación muy compleja: por una parte, es evidente que su electorado duro comparte con el Partido Republicano el poco entusiasmo por una nueva Constitución, incluso si es de consenso; por otra, evidentemente optar por una Constitución de- recha los aleja del centro político, que fue importante en el triunfo del rechazo en 2022. Además, un probable nuevo triunfo del rechazo sólo perpetuaba en el tiempo el problema constitucional, pues uno de los pocos acuerdos transversales en esta materia es que continuar con la actual Constitución carece de viabilidad”.
Para Rodrigo Pérez de Arce, este es un proyecto que es bastante respetuoso de nuestra trayectoria constitucional y que no regula en demasiados aspectos de la vida política y social en común. Es evidente que esto todavía no está terminado, faltan varios meses de discusión sobre las enmiendas, pero creo que el problema de este proyecto no es de maximalismo”. Y agrega que “todavía estamos en una etapa preliminar, pero lo que nos muestra este proyecto de los expertos, es un proyecto que innova en algunos aspectos cruciales, como sistema político o tribunal constitucio- nal, pero también es muy respetuoso de la tradición constitucional chilena y en ese sentido es un cambio importante, pero manteniendo ciertos elementos que también lo son”.
¿Qué esperamos de este nuevo proceso?
Al ser consultados sobre si creían que este proceso tenga la misma importancia y publicidad que el anterior, fueron cautos al responder, porque mientras el investigador del IES destaca “que hay una fatiga constitucional, un cansancio respecto del tema, esto también se vincula con el fracaso de la convención, pareciera ser que ya no le creemos mucho a nuestro representante y que eso incide en que no haya tanto interés ciudadano por el devenir de este proceso”, pero hace un salvedad, indicando que “este proceso ha sido mucho más sobrio en su estilo, bastante más cargado hacia lo técnico, y eso mismo hace que tenga menos publicidad” y finalizó indicando que “tenemos una grieta constitucional que tenemos que saldar en algún momento y si se desaprovecha esta oportunidad, la verdad es que no se ve muy posible revivir un proceso de estas características en el futuro. Entonces creo que, si no se resuelve de buena manera ahora, la verdad es que no se ve mucha oportunidad para hacerlo más adelante”.
Por su parte Francisco Ojeda, fue enfático en decir que el plebiscito anterior marcó un giro dramático de la agenda política y frenó bruscamente el impulso por cambios que se arrastraba desde 2019, y eso es difícil de superar como hito. Por otro lado, buena parte de la publicidad de estos procesos ha venido de quienes se oponen al mismo, por lo que los proyectos constitucionales parten con publicidad negativa”. Y agregó que “dependerá mucho del carácter del proyecto que se presente, si es de consenso o partisano. Sólo después del plebiscito podremos responder esta pregunta”.
En Negocio & Construcción, acompañaremos este nuevo proceso constitucional analizando el devenir de los Consejeros Constitucionales y el proyecto de nueva Constitución que ofrecerán al país. Leer más