Sabemos consciente o inconscientemente que sin agua no hay vida. Así que es un elemento esencial tanto para nosotros como individuos como para nuestra vida en sociedad. Analizaremos aquí el agua que muchos quieren declarar un “derecho humano”, sin que esa declaración traiga mucho alivio práctico a alrededor de 3 de cada 10 personas, o 2.400 millones de personas en todo el mundo, que carecen de acceso a agua potable y disponible en el hogar, y 6 de cada 10, o 4.800 millones, que no tienen un saneamiento seguro, según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y del UNICEF.
¿Qué valor tiene el agua para estas personas? Podemos tratar de cuantificar ese esfuerzo, que requiere de hacer un recorrido de unas 3 horas diarias de ida y vuelta para acceder a algún pozo comunitario y traer de vuelta un cántaro con menos de 10 lt del preciado elemento. Si aplicamos un sueldo mínimo (como se paga en Chile de 2,5 USD/hora), sólo el valor del tiempo invertido para recolectar esa agua cruda llega a unos 7,5 USD/10 lt, es decir, esa agua tiene un valor de 750 USD/m3, y demora tres meses y medio en acarrear ese metro cúbico.
Si reviso la cuenta mensual del agua potable que estoy pagando en Santiago (y recomiendo a todos los lectores revisar la suya), actualmente por conceptos de “consumo, recolección y tratamiento” me cobran 1,5 USD/m3 (Ojo: tanto en Coyhaique como en Antofagasta el precio por cada m3 es más del doble que en Santiago). Si compro en el supermercado las grandes y pesadas botellas de 6 lt que están tan de moda, estaré pagando 450 USD/m3 (¡qué buen negocio de las embotelladoras!), y si compro a la rápida una refrigerada botellita de agua de 500 ml, pago 5.000 USD/m3. Cabe recalcar que por un moderno café pago 22.000 USD/m3, posiblemente porque, además, de mucha agua, contiene un poquito del único alcaloide legal que podemos consumir, la cafeína (la misma molécula que la teína, mateína, etc.).
Aquí es donde nos perdemos con respecto al precio pagado realmente y al “valor” del agua. Por eso me indigna ver en la calle a algunos flojos o aburridos “barriendo” las hojas de la vereda con el chorro de agua de la manguera, mientras otros conciudadanos esperan ansiosos el camión aljibe que les trae la preciada agua una vez por semana. Estoy seguro que cuidar el agua es un “deber humano”, y eso me lleva, por ejemplo, a proponer que sea mandatorio que los jardines en la zona central y norte de Chile sean sólo jardines xerófilos -formados por un conjunto de plantas provenientes de zonas áridas y semiáridas, es decir, que pueden funcionar en condiciones de escasez de agua- como se usan en California, Arizona o Sudáfrica. Estas no son zonas para grandes prados como los que tienen en Inglaterra donde llueve dos veces al día. Obviamente se puede promover que en los parques públicos tengamos verdes prados regados con aguas recicladas, no aptas para el consumo humano.
Y eso lleva al punto esencial que constituye el reciclaje del agua, para lo que debería ser obvio y mandatorio separar las aguas grises (lavamanos, lavaplatos, duchas) de las aguas negras (WC) en toda construcción, con muy poca inversión. Las aguas grises se pueden reutilizar directamente para los sanitarios o para regar, que es el mayor consumo de agua potable. Estas son simples medidas de adaptación que tenemos que tomar antes del racionamiento que nos dictará el Cambio Climático Antropogénico. Con eso quiero dejar en claro que ya en el diseño de construcciones, casas y jardines está la clave para el uso racional de este recurso fundamental.
En Chile, según la DGA (Dirección General de Agua, 2017) del agua dulce disponible extraemos en forma consuntiva el 7%, que son 346m3/s, y para consumo humano, destinamos el 12% de ello (41,5m3/s). Nuestra opción, después de implementar todas las medidas de ahorro y reciclaje, es hacer uso del Océano Pacífico y desalar el agua de mar necesaria. El costo actual de desalinización para grandes volúmenes y depreciación de la planta a p.ej. 20 años resulta en 0,40 USD/m3, operación que se puede realizar con energías renovables. ¿Cuál es el mayor cuello de botella? Lamentablemente es la “permisología”, ya que si hoy (2023) decidimos invertir en una planta desaladora, la primera gota sale recién en 8 años más, es decir, el 2031. Debemos modernizar la Sociedad y el Estado para darle el valor (y la relevancia) que se merece el agua limpia. Leer más