El reciente informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP) establece que, el año 2021, el sector reanudó su trayectoria previo a la pandemia en casi todas las grandes economías lo que junto a la reapertura de los lugares de trabajo provocó un mayor uso de edificios aumentando el consumo energético.
El homo sapiens ha construido su hábitat durante los últimos 300.000 años, sin embargo, logró dejar una huella incomparable a la de cualquier otro ser vivo durante los casi 3.800 millones de años durante los cuales la vida se abrió paso sobre nuestro planeta. Actualmente, nos encontramos atravesando la sexta extinción masiva a nivel mundial, bajo la cual muchas de las actuales formas de vida podrían extinguirse antes del fin de este siglo. Durante la última década el calentamiento global alcanzó 1,1°C, y de acuerdo al último informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, lo más probable es que el calentamiento global alcance 1,5°C en el período 2021-2040, a menos que existan reducciones rápidas, fuertes y sostenidas en emisiones de carbono.
A pesar de estas cifras, la acción climática ha sido lenta, sobre todo desde el sector productivo responsable de más de un tercio de las emisiones de carbono a nivel mundial: la construcción.
El reciente informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP) establece que, el año 2021, el sector reanudó su trayectoria previo a la pandemia en casi todas las grandes economías lo que junto a la reapertura de los lugares de trabajo provocó un mayor uso de edificios aumentando el consumo energético. La demanda energética de los edificios se incrementó alrededor de un 4% desde el año 2020, el mayor aumento de los diez últimos años. Esto ha provocado que las emisiones de carbono procedentes de las operaciones de edificios alcancen un nivel máximo nunca visto: alrededor de 10 GtCO2, lo que representa un aumento de alrededor de un 5% respecto al 2020. Si a esto agregamos que casi un 11% de todas las emisiones a nivel mundial provienen de sólo tres productos de construcción. El potencial de disminución de emisiones desde el diseño de nuestras edificaciones es evidente.
El mismo informe de la UNEP establece que dentro de las medidas urgentes para reducir emisiones a corto plazo se encuentra reglamentar para lograr un stock de edificios con cero emisiones de carbono. Se recomiendan además reglamentaciones de construcción para acelerar la transición hacia el uso de materiales de construcción bajos en carbono para la construcción y para limitar las emisiones durante la fase final de la vida útil de un edificio. En nuestro país, una edificación de carbono neto cero se define como un “Edificio de consumo de energía neta cero, que durante su ciclo de vida logra minimizar sus emisiones de carbono incorporado y compensar cualquier saldo carbono restante”. Esto significa que para lograr carbono neto cero, debemos abordar todas las etapas disminuyendo las emisiones de carbono provenientes de la manufactura, la construcción, operación del edificio y fin de ciclo de vida útil.
En contraste con muchos de los países de la OCDE, Chile comenzó su historia regulatoria para mejorar la eficiencia energética en edificación hace poco más de dos décadas. Sin embargo, ha decidido adoptar un compromiso climático de Estado con metas de descarbonización desconocidas para la mayor parte de la comunidad del sector construcción. La nueva Ley Marco de Cambio Climático establece el cumplimiento de metas al 2025 a través de la Estrategia Climática de Largo Plazo. Dichas metas se encuentran contenidas además en la Actualización de la Política Energética (PEN) y Plan Nacional de Eficiencia Energética (PNEE). Es de esperar que la comunidad del sector construcción realice un trabajo más intensivo para catalizar los cambios que debe generar la industria para alcanzar las metas que permitirán nuestra sobrevivencia en este planeta. Leer más