revistanegocioymineria

Agosto. La minería está de duelo.

Agosto comenzó de la peor manera posible, un accidente en El Teniente, que con sus 4500 kilómetros de túneles la convierten en la mina subterránea más grande del mundo, nos remeció con una de nuestras peores pesadillas: 6 colegas atrapados bajo tierra. Primero se habló de un fallecido y de cinco desaparecidos. Luego se confirmó lo que nadie quería escuchar: seis fallecidos.

La forma en que se comunicó el accidente no ayudó en lo absoluto, la información llegó tarde, con versiones contradictorias y el silencio inicial aumentó el desconcierto entre los familiares y la industria. No sólo dolió la tragedia, también dolió la manera en que se manejó, porque cuando hay vidas en juego la transparencia debe ser absoluta, la comunicación asertiva también es parte del respeto.

Las causas exactas aún no se conocen, algunos hablan de un evento sísmico de origen tectónico, otros indican que habría sido un estallido de roca. Codelco designó una comisión investigadora internacional, liderada por el ex CEO de Anglo American, la que esperamos entregue conclusiones lo más pronto posible, lo cierto es que no fue un accidente menor, tampoco es la primera vez que ocurre algo así.

En los años 90, El Teniente se enfrentó por primera vez a un fenómeno que se le llamó “Las misteriosas explosiones de rocas” uno de esos estallidos terminó con la vida de seis trabajadores. Esa tragedia motivó la suspensión del Teniente 6, y se superó con la creación de un área de geotecnia dedicada a monitorear la mina en tiempo real, fue una respuesta técnica seria proporcional al riesgo.

Hoy, más de treinta años después, volvemos a enfrentar un evento que podría ser perfectamente un nuevo estallido de roca, El Teniente lidera la minería subterránea a nivel mundial opera en condiciones extremas, desafiando permanentemente los límites del conocimiento minero y geotécnico, es precisamente por eso, para seguir operando de manera segura, sus estándares deben estar permanente en revisión.

A nivel mundial este no es un caso aislado, en 2020 un estallido de roca en la mina de hierro más grande del mundo, Kiruna en Suecia, provocó tal inestabilidad que se está reubicando toda su población de 18 mil habitantes debido a la amenaza del hundimiento de la ciudad. La minería profunda enfrenta riesgos crecientes y esos riesgos deben ser enfrentados con ciencia, tecnología y decisiones valientes.

El dolor que deja esta tragedia es transversal, nadie queda indiferente ante la muerte de un colega, un padre, un hijo, un amigo. Este mes hay 6 familias que cambiaron para siempre, la tragedia no sólo afectó a El Teniente, en cada faena del país, en cada turno se siente el vacío, porque sabemos que podría haber sido en cualquier parte, a cualquiera de nosotros.

Surgen una infinidad de preguntas, pero hay unas que resuenan más fuerte: ¿qué hacemos con este dolor? ¿Volvemos a esperar? ¿Postergamos decisiones una vez más? ¿O convertimos esta tragedia en un punto de inflexión? La ingeniería no puede ser sólo cálculo, tiene que ser propósito, hoy ese propósito es prevenir.

No es admisible que alguien pierda la vida cuando va en búsqueda de un mejor futuro para él y su familia.

En tiempos de Inteligencia Artificial y comunicación instantánea, necesitamos desarrollar nuevos estándares para nuestras operaciones en profundidad, para los monitoreos geotécnicos, para la gestión del riesgo. También para la comunicación en tiempo de crisis, lo que antes fue suficiente, hoy ya no lo es y lo que no se adapta, simplemente quedará atrás.

En este Mes de la Minería, no podemos limitarnos a conmemorar, nos toca honrar a quienes dejaron este mundo en tan lamentable accidente, comprometiéndonos a que no vuelva a ocurrir, a impulsar cambios reales y duraderos, a sostener con criterio y con coraje, el futuro de una industria que necesita más que nunca poner a las personas en el centro de su foco de desarrollo.