Septiembre dejó una señal clara: la minería chilena ha entrado en una nueva etapa. La magnitud de las inversiones proyectadas confirman el dinamismo del sector, pero el verdadero indicador de madurez no será cuánto se construya, sino cómo se gestione lo existente. La sostenibilidad hoy se mide en la capacidad de mantener y optimizar infraestructuras, no solo en levantar nuevas plantas.
Según el Consejo Minero, más del 80% de la cartera de inversión para la próxima década corresponde a brownfields: expansiones, modernizaciones y reposiciones dentro de las operaciones. El futuro de la minería chilena dependerá más de la gestión de activos existentes que de la creación de infraestructura nueva. La próxima década no será de grandes fundaciones, sino de grandes decisiones.
El mantenimiento y la rehabilitación estructural son pilares estratégicos. Extender la vida útil de una planta, reforzar una estructura envejecida o recuperar un sistema crítico reduce riesgos, evita interrupciones y minimiza el impacto ambiental. Cada año adicional de operación segura representa productividad, reputación y confianzas ganadas, en un entorno donde la licencia social es tan frágil como indispensable.
La economía circular aplicada a la infraestructura es una de las transformaciones más potentes de esta década. Reutilizar y reforzar en lugar de reemplazar, permite reducir miles de toneladas de acero y hormigón, con su consecuente huella de carbono. Construir sostenible ya no significa hacer más, sino intervenir mejor. La infraestructura más sostenible es la que mejor se mantiene.
El cambio cultural que esto exige comienza con la ingeniería, pensar antes de actuar, analizar antes de intervenir y decidir con base en datos se ha vuelto un imperativo. Las soluciones sostenibles no surgen del exceso de materiales, sino de la precisión técnica y el uso inteligente de la información. La buena ingeniería no solo diseña, también cuida lo diseñado.
Durante décadas, el mantenimiento fue una actividad reactiva, centrada en la continuidad operativa inmediata. Hoy la gestión de activos representa una evolución profunda: integra mantenimiento, confiabilidad, seguridad, sostenibilidad y estrategia corporativa bajo una mirada de largo plazo. El Asset Management permite proyectar decisiones a 5 o 10 años, alineando la ingeniería con los objetivos del negocio y con el valor futuro de la infraestructura.
Chile cuenta con una ingeniería de clase mundial. Nuestros profesionales se forman en terreno, se especializan en el extranjero y luego vuelven a enseñar, compartiendo ese conocimiento con nuevas generaciones. Esta red de transferencia técnica y académica nos permite mantenernos a la vanguardia, desarrollando soluciones con visión global y aplicabilidad local.
La sostenibilidad, como antes ocurrió con la seguridad, debe consolidarse como cultura. No se trata de cumplir con estándares, sino de liderar desde la convicción. Los proyectos que perduran son los que integran la sostenibilidad como principio estructural, no como condición contractual. Las organizaciones que logren este cambio de mentalidad marcarán el rumbo en la próxima década.
Cada decisión sobre una estructura es también una decisión estratégica.
Mantener una planta, reforzar un edificio o prolongar su operación es decidir por la continuidad del negocio, por la estabilidad de la industria y por la reputación de un país minero. La sostenibilidad no es un costo: es la forma más inteligente de proteger el valor en el tiempo.
Construir sostenible no es dejar más obras, sino menos impactos. La minería del futuro no se medirá por cuántas plantas levante, sino por cuántas mantenga seguras, productivas y confiables.
El desafío ya no es técnico, es cultural: mantener antes de reemplazar, pensar antes de construir y planificar antes de reparar.
En tu operación ¿cómo están integrando la gestión de activos en sus decisiones?