Tendencias del sector construcción

Se buscan perdedores.

Hace 100 años aproximadamente, se publicó un aviso que decía: “Se buscan hombres para un viaje peligroso, sueldo bajo, frío extremo, largos meses de completa oscuridad, peligro constante. No se asegura retorno con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito” El resultado, recibió más de cinco mil postulaciones (Expedición Imperial Transantártica 1914 - 1917) ¿Crees que funcionaría un aviso como ese, hoy?

¿Cuánto influye el miedo en las decisiones que tomamos y en las que no? En gestión del cambio, se trabaja en modular la sensación de pérdida que pueden sentir las personas frente a lo nuevo. Es decir, gestionar el miedo que tienen de perder lo que creen que han ganado.

Yo he perdido muchas veces y aún hay cosas que me da miedo perder. Por ello conservo una lista de las veces que me he sentido grande y de las veces que he perdido a lo grande, me ayuda a volver al origen, a mirar con perspectiva y a poner los pies en la tierra, me ayuda a aterrizar.

Los triunfos muchas veces nublan la vista, el ego nos traslada a un lugar de no aprendizaje. Pero la derrota nos vuelve reflexivos, nos fuerza al análisis, nos enseña y, por sobre todo, nos mantiene humildes. No se trata de sentirnos impostores, se trata de mantenernos humildes para seguir aprendiendo, creciendo y mejorando.

En un mundo donde todo cambia a la velocidad de la luz, donde la innovación y la tecnología nos sorprenden a diario, mantenernos humildes y estar dispuestos a despojarnos de nuestros “éxitos”, despojarnos de lo que creemos es una “experiencia valiosa” nos ayuda a aprender lo nuevo, lo necesario. Desaprender lo que sabemos para dejar espacio y aprender lo que necesitamos.

Ni al infinito ni más allá – una garantía de fracaso

¿Qué crees que tienes? y ¿qué te da miedo perder? Vinimos a este mundo sin nada y tampoco nos llevaremos algo. Se dice que nunca se ha visto un camión de mudanza siguiendo una carroza fúnebre. Albert Espinosa decía que “la vida es aprender a perder lo que ganaste” o mejor dicho, lo que crees que has ganado. Suena simple y lo es, lo simple es lo que funciona y, la derrota, al igual que el sentido del humor nos da perspectiva.

Se puede entender que alguien no sepa lo último de la IA que avanza día a día y de forma rápida, pero no se puede entender que alguien no aprenda a trabajar con personas. La tecnología humana es la misma. Hay que estudiar, y esforzarse por mejorar, no basta con creer que lo que sabes es suficiente. Para ser bueno en algo, tienes que estudiar y aprender. Nunca dejar de aprender.

Creer que lo sabes todo o buscar a los rockstar en ningún caso garantiza el éxito y, particularmente en estos tiempos puede ser una garantía de fracaso.

¿En qué pared quieres apoyar la escalera que subirás?

Existe un bonito refrán que dice que: “un pájaro posado en un árbol nunca siente miedo de que la rama se rompa, porque su confianza no está en la rama sino en sus propias alas”.

¿Dónde estás posado tú? y ¿cuánto conoces la capacidad de tus alas? La tecnología nos pide humildad y autoconocimiento. ¿Qué escalera de “éxitos estas subiendo? ¿estás seguro de que la escalera que trazaste está apoyada en la pared correcta? 

La tecnología nos fuerza a elegir, a definir qué hacer y cómo jugar. ¿Vivir en piloto automático o elegir un camino que te haga sentido? Es útil saber, que el futuro más que tecnológico es colaborativo.

Cuando analizas tus capacidades y fortalezas, eres capaz de responder estas preguntas: ¿Por qué te compran a ti? ¿qué vendes? y ¿por qué te eligen? Tenemos que conversar más con nosotros mismos, conocernos.

La tecnología funciona, pero nos desafía a nosotros, a nuestras competencias y a nuestra capacidad de adaptarnos. La tecnología nos enrostra nuestras ineficiencias, porque ya no está la capacidad de esconderlas.

Los que juegan en equipo

Jack Welch lo resumió con absoluta claridad: “Gana el que tiene al mejor equipo, no el que tiene el mejor plan”.

Un equipo de talentos que se mantienen aprendiendo, que se mantienen humildes. Un grupo de perdedores, de los que se hacen cargo, que asumen, que no culpan, que hacen de la derrota un aprendizaje y que salen fortalecidos. No cualquier tipo de perdedores, de los que pierden jugando, arriesgando y atreviéndose. De los que juegan en equipo y que buscan lo mejor para todos, de los que no tratan de brillar solos. 

Un equipo sin súper estrellas, sin superhéroes, sin exitosos arrogantes, que creen saberlo todo. Sin experimentados que creen que la experiencia, hoy, los fortalece. Más que nunca, frente a la tecnología y la velocidad de los cambios, debemos mantenernos humildes y colaboradores, creyentes del poder del equipo.

Perderemos a muchos, perderemos a los superhéroes, perderemos a los que toman decisiones intuitivas sin datos, y finalmente ganarán los que no compiten, los perdedores de los buenos.

Dedicada a los luchadores incansables que a pesar de las derrotas nunca dejan de ser buenas personas.