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La ruta hacia la vivienda sostenible en población vulnerable

La construcción de viviendas en Latinoamérica enfrenta desafíos únicos, especialmente para las familias de bajos ingresos en la región más urbanizada del planeta. En este contexto, 43 millones de personas viven en viviendas que se construyen por etapas durante mucho tiempo (décadas) y que no son estructuralmente seguras. 

Este artículo explora las tipologías de vivienda y los costos asociados con la implementación de soluciones sostenibles, basándose en estudios del Centro Terwilliger de Innovación en Vivienda de Hábitat para la Humanidad en Perú. Desde 2018, estudiamos cómo las familias vulnerables experimentan procesos de autoconstrucción identificando tipologías de vivienda, que reflejan cómo las familias construyen y mejoran sus hogares a lo largo del tiempo. Estas tipologías van desde la Vivienda Tipo D, construida con materiales rústicos y generalmente en una sola habitación sin baño, hasta la Vivienda Tipo A, que incluye la construcción de un segundo piso, incorporación de servicios básicos y un baño. Esta progresión de casi 3 décadas muestra el esfuerzo y la inversión de las familias por mejorar sus condiciones de vida a través de la inversión gradual en sus viviendas.

Nos preguntamos: ¿cómo podemos incorporar sostenibilidad en la autoconstrucción? Aprendimos que la sostenibilidad para familias vulnerables debe reducir costos a largo plazo incorporando eficiencia energética o confort térmico para lograr ahorros operativos significativos y beneficios ambientales. Como la resiliencia ante situaciones en las que el diseño y los materiales mejoran la resistencia a desastres naturales, reduciendo los costos de reparación y aumentan la seguridad de las familias. Asimismo, mejorar el aislamiento y la ventilación natural para mantener temperaturas agradables fomenta la salud y el bienestar de las familias.

La sostenibilidad no sale más cara. Según el último estudio de Hábitat para la Humanidad titulado "Soluciones sostenibles en la construcción progresiva" (2023), el costo de implementación de las soluciones sostenibles, como las estrategias de diseño pasivo o ventilación cruzada, es proporcionalmente bajo al monto de capital base, lo que facilita las posibilidades de financiamiento, en particular en viviendas de interés social, donde el incremento de incorporar sostenibilidad oscila entre 2% a 7%. Para las tipologías de vivienda precaria, el aumento de sostenibilidad es mayor porque requiere incorporar la sostenibilidad desde el diseño. Se necesita asistencia técnica de profesionales ofreciendo beneficios económicos a largo plazo. Observamos también que las familias que invierten en soluciones sostenibles pueden acceder a mejores condiciones crediticias y aumentar el valor de su propiedad. La formalización de viviendas, soportada por asistencia técnica, permite a las familias obtener préstamos con mejores tasas de interés, promoviendo la inversión continua en sus hogares. Este proceso de formalización no solo brinda seguridad jurídica, sino que también abre oportunidades para obtener créditos e incentivos para la inversión.

El desafío de construir viviendas sostenibles requiere un enfoque integral que considere tanto los costos iniciales como los beneficios a largo plazo. Comprender y gestionar las tipologías de vivienda progresiva en cada contexto y los costos asociados con la sostenibilidad es crucial para ofrecer soluciones asequibles, seguras, eficientes y confortables. 

La inversión en sostenibilidad es una estrategia económica inteligente que puede transformar la vida de millones de latinoamericanos en situación de vulnerabilidad. Además, es fundamental fomentar políticas públicas que incentiven la construcción sostenible mediante subsidios o incentivos fiscales para quienes opten por materiales y técnicas sostenibles. 

La sostenibilidad en la construcción es una inversión en el futuro, y con las estrategias adecuadas, es posible mejorar significativamente la calidad de vida de las familias mientras se protege el medio ambiente.