A principios de este siglo, por una iniciativa de Greenpeace, se comienza a acuñar el término de las 3R de la ecología (reducir, reutilizar y reciclar); esta estrategia fue presentada y difundida ante el G8 el año 2004 por el primer ministro de Japón, pero ya hace unos años se agregaron dos conceptos más (reparar y recuperar), completando las 5R para el desarrollo sostenible
El cobre es uno de los pocos materiales que puede ser reciclado repetidamente sin perder ninguna de sus propiedades originales, es tan reciclable que no existe inconveniente alguno en mezclar cobre de producción primaria, cuyo origen es directo de una mina, con cobre de producción secundaria, el cual viene de algún proceso de reciclaje.
Según la Copper Alliance, producir este mineral reciclado requiere un 85% menos de energía que producirlo desde una mina, por lo que se estima que, de los 690 millones de toneladas de cobre producidos en los últimos cien años, dos tercios siguen teniendo un uso productivo. Por lo que en promedio los productos de cobre contienen más de un 30% de contenido reciclado.
Después del grafeno y la plata, el cobre es el tercer metal con mayor conductividad tanto eléctrica como térmica, el quinto menos reactivo tanto al oxígeno, al ácido o al agua y su consumo es directamente proporcional al PIB per cápita del país, teniendo un aumento drástico cuando las economías se industrializan para luego estabilizarse.
En este mundo post pandemia, la producción de cobre mina vuelve a mostrar expansiones en torno al 4% anual, pasando de los 22 millones de toneladas el 2022 a casi 24 el año 2024.
A su vez, Cochilco proyecta que la demanda del mineral refinado aumentará sostenidamente en los próximos años, llegando a un 3% de aumento real el 2024, alcanzando un poco más de 26 millones de toneladas de cobre fino, de los cuales un 55% (casi 15 millones), serán demandados por China.
La oferta de materia prima refinada volverá a generar excedentes llegando a casi 27 millones de toneladas de cobre fino el 2024, lo que permitirá un pequeño respiro a los inventarios, los cuales el 2022 estuvieron en su mínimo histórico.
Actualmente un 16% de la oferta de cobre refinado, un poco más de 4 millones de toneladas, proviene de refinación de materia prima secundaria, es decir, es cobre reciclado. La mitad de eso se produce en China, y las estimaciones muestran que el porcentaje de participación del refinado secundario llegará a un 20% en la próxima década.
Todo indica que seguiremos siendo el principal productor del mundo, si bien la industria se ve con un muy buen futuro, el producto reciclado será un actor cada vez más relevante con respecto al cobre mina. Y a nadie le conviene ser el líder de una industria en retroceso, una forma de producción que huele a pasado, a diferencia del reciclaje que se asimila a verde, ecológico y sostenible. De las 5R, el reducir y el reciclar no están en nuestras manos, pero nos quedan las otras tres, y en ese terreno tenemos muchísimas oportunidades. El reparar, recuperar y reutilizar nuestros activos se debe transformar en nuestro motor, lograr que el cobre verde sea mucho más que un lindo eslogan, que se transforme en una nueva forma de pensar, ejecutar y operar las plantas.
El desafío es gigantesco, en Chile tenemos muchísima experiencia acumulada en diseño y construcción de nuevas plantas de beneficio, van 30 años de crecimiento continuo de operaciones mineras, ya sean de óxido o sulfuro. Inclusive, en las operaciones actuales, se cuenta con experiencia en mantenciones preventivas y correctivas, pero la política siempre ha sido que la planta debe resistir hasta que se construya la nueva.
El primer paso es lograr estimar el estado actual de las instalaciones, teniendo en cuenta que varias de ellas ya han superado su vida útil de diseño. La tecnología existe, los acelerómetros, extensómetros, inclinómetros o dispositivos de medición de grietas están al alcance de prácticamente todas las empresas.
El medir los parámetros adecuados nos permitirá poder realizar diseños acordes al estado de degradación de las plantas, pero eso implica que tendremos que aprender a convivir con el riesgo de que no se cumple con el diseño original.
No podemos esperar que sigan ocurriendo colapsos en las instalaciones, para tomar acción, debemos dejar de preocuparnos y pasar a ocuparnos de nuestra realidad.
El mundo cambió y la minería del cobre aún no lo hace, o comenzamos nuestro proceso de transformación o la gran industria del cobre será la industria del reciclaje de cobre. Tenemos todas las capacidades para lograr reparar, recuperar y reutilizar nuestros activos, solo falta la voluntad para dar ese pequeño gran primer paso. Leer más