Huella de carbono en minería: lo básico que todos creen conocer… pero no es tan básico.

En la última década, la huella de carbono dejó de ser un “bonus track” en los reportes de sostenibilidad para transformarse en un requisito estratégico. Y aunque parece un concepto simple, en minería conviven dos mundos distintos: la Huella de Carbono Organizacional y la Huella de Carbono de Producto. Y ojo: este no es un concepto exclusivo del sector minero, hoy todas las industrias: alimentos, transporte, construcción, manufactura, energía y servicios, están avanzando en cuantificar cuánto CO₂e generan sus operaciones y los productos que colocan en el mercado.

La Huella Organizacional: el inventario completo de una minera

Es el cálculo de todas las emisiones que genera una operación durante un año (o el periodo que de determine calcular). Incluye combustibles, energía eléctrica, calor, explosivos, transporte, uso de insumos y hasta parte de lo que hacen los proveedores. Se estructura en tres alcances, según la metodología internacional de GHG Protocol:

  • Alcance 1: emisiones directas provenientes del uso de combustibles, tales como diésel de las camionetas, camiones minero o explosivos.
  • Alcance 2: emisiones indirectas derivadas de compra de electricidad, calor o vapor.
  • Alcance 3: otras emisiones indirectas, la gran mochila… transporte, contratistas, insumos y logística, en resumen, toda la cadena de suministros aguas arriba y aguas abajo del proceso de producción. En minería suele representar más del 80% del total de las emisiones de una organización.

La huella organizacional sirve para gestionar, comparar años, definir metas, reportar a inversionistas, postular a financiamiento verde y cumplir estándares nacionales o internacionales.

La Huella de Producto: el pasaporte del cobre

Aquí no se mide la huella de la empresa, sino cuántas toneladas de CO₂e se generan para producir, por ejemplo, una tonelada de cobre fino, cátodo o concentrado o una tonelada de litio. Es un análisis más profundo que sigue el ciclo de vida del producto (de la cuna a la puerta).
Este enfoque también tiene utilidad transversal en cualquier industria: desde alimentos hasta cemento, autos eléctricos o paneles solares, todos compiten hoy en la intensidad de carbono de sus productos.

En minería, la exigencia es evidente, compradores en Europa, Asia y EE.UU. ya están pidiendo esta información para cerrar contratos. El cobre con menor huella puede acceder a mejores precios, acceso preferente y mayor interés de clientes estratégicos. Y si algún mineral aún no recibe un premio por ser bajo en emisiones, es solo cuestión de tiempo para que el mercado lo exija.

¿Cómo se aplica a un proyecto minero? Desde la construcción hasta la operación:
La huella empieza mucho antes de la primera tonelada producida:

  • Construcción: movimiento de tierra, combustibles, fabricación y transporte de materiales, infraestructura, energía del campamento.
  • Puesta en marcha: consumos transitorios, ajustes operacionales y flotas de apoyo.
  • Operación: CAEX, chancado, molienda, SX-EW, bombeo, relaves y más. La huella organizacional normalmente se reporta anualmente (pero se debe gestionar mes a mes) y la huella de producto se actualiza con consumos reales.

Integrar ambas permite algo clave: diseñar operaciones bajas en carbono desde el origen, no corregirlas después a punta de compensaciones.

¿Para qué sirven realmente?

  • Mayor calidad de información en la toma de decisiones de inversión.
  • Definir estrategias de electrificación y eficiencia energética.
  • Compararse con el mercado y competencia específica (a excepción del Alcance 3 que es para compararse internamente en distintos periodos).
  • Acceder a financiamiento climático.
  • Cumplir estándares como Copper Mark, IRMA y SBTi.
  • Y, sobre todo, vender minerales competitivos en un mundo que ya compite en huella.

La minería, al igual que todos los sectores productivos, está entrando a una etapa donde el carbono no se “reporta”, se gestiona. Y quien entienda esta diferencia será quien lidere la conversación global sobre el cobre del futuro.