La minería, el motor de nuestra economía, no logra detener la caída de productividad ni el aumento de costos que la sacude año a año, se habla de las leyes, los permisos, la energía e incluso de la atracción de talento, a pesar de ser la industria que entrega las más altas compensaciones a sus trabajadores en el país.
Si bien, en la encuesta Merco Talento, Codelco se ubica en el primer lugar desde hace varios años, una golondrina no hace verano, si ampliamos la mirada el panorama no es tan alentador, en la encuesta general de las 30 empresas más atractivas para trabajar y retener talento solo hay 3 mineras, a nivel universitario solo tenemos 1 en ese grupo.
Las nuevas generaciones no se muestran interesadas en ser parte del motor económico del país. Al ser una industria extractivista que genera grandes pasivos ambientales, nuestra licencia social es muy exigua, lo que sumado a conductas pasadas altamente cuestionables, al parecer, condicionan que los nuevos talentos no quieran participar en minería.
En el último lustro, los esfuerzos han sido cuantiosos, hemos visto aparecer en las principales ciudades y carreteras del país, grandes avisos publicitarios, mostrando una minería más cercana, responsable y consciente. Si bien, las grandes mineras han desarrollado programas de atracción temprana de talento, al parecer, esto no ha tenido el efecto deseado..
Paralelo a esto, desde hace un tiempo a esta fecha, el calentamiento global se tomó la agenda mundial, los estudios son implacables, si no descarbonizamos y disminuimos el uso de combustibles fósiles en los próximos años, la humanidad está condenada a soportar una ola de temperaturas extremas que no conocemos.
Las mineras han tratado de sumarse a ese esfuerzo, indicando que se necesita más y mejor minería para transformar nuestros actuales sistemas de transporte hacia la electromovilidad. La firma del convenio de la carbono neutralidad fue un gran paso en esa dirección.
La gran minera privada de capitales chilenos, tomó la delantera en ese sentido, siendo su Presidente Ejecutivo el primer latinoamericano en encabezar el Consejo Internacional de Minería y Metales en Londres, declarando “...tenemos la responsabilidad de producir de forma sostenible metales que son indispensables para un futuro mejor…”
El auspicio de la Formula-E y de los Panamericanos va en esa misma línea, volviéndola una empresa muy atractiva para trabajar, siendo su proyecto Nueva Centinela, no solo su punta de lanza sino también la mayor inversión minera anunciada en los últimos cinco años.
Pero el caso Jilguero ha sido un golpe durísimo para la imagen que tanto ha costado construir. Si bien, en julio pasado, la fiscalía solicitó el sobreseimiento de la causa debido a que no encontró acciones que constituyan delito, este mes el Consejo de Defensa del Estado se querelló contra quienes resulten responsables de la omisión.
La minera se defiende argumentando que ellos no aceptaron el comentario de la consultora, el cual se hizo público debido a que el documento en word presentado a la autoridad para su evaluación, tenía activado el control de cambios y bastaba un solo click para visualizar el cuestionado comentario.
Acá el problema no es el comentario, ni tampoco si hay delito, que algo sea legal no quiere decir que sea bueno. Para construir confianza la minera debe alinear su propósito con toda la cadena de valor, realizando no solo lo legal sino su máximo esfuerzo por proteger el delicado equilibrio de los ecosistemas que la rodean.
¿Será que por estas inconsistencias entre lo que se hace y lo que se dice, repercute en que las nuevas generaciones no quieren trabajar en minería? Considerando que ellas son mucho más conscientes y activas en la ética medioambiental, por lo que en un caso como el del Jilguero, no basta con decir que la culpa es del consultor.
¿Tu empresa conecta con la ética de las nuevas generaciones?