Chile necesita urgente una nueva reglamentación térmica
El editor de la revista nos ha pedido dedicar la columna de este mes a iniciativas para el 2023. En mi opinión, la iniciativa más urgente que debemos abordar este año no es nueva. Se trata de la actualización al artículo 4.1.10 de la Ordenanza de Construcciones y Urbanismo (OGUC), conocida como reglamentación térmica chilena, que incorpora estándares más exigentes que los actuales, con el objetivo de cumplir con los desafíos en materia de sustentabilidad, cambio climático y habitabilidad.
El proceso de actualización de la reglamentación térmica inició a mediados del año 2013, hace casi ya 10 años, impulsado por el MINVU. Un comité conformado por representantes de gremios de la arquitectura y construcción, cinco ministerios y siete universidades trabajó en la elaboración de un anteproyecto de Norma, llamada NTM 011, que se sometió a consultas públicas y procesos de calibración entre el año 2014 y 2020. En el año 2021, cuando finalmente el proceso llegaba a su fin y la norma se alistaba para ser decretada, una carta firmada por cerca de 900 arquitectos y arquitectas solicita que se retire la norma por contener errores que atentarían contra la arquitectura. El conflicto recae en una tabla que establece porcentajes máximos de superficies acristaladas (ventanas) para edificaciones residenciales, de acuerdo a la zona climática, orientación y tipo de vidrio, con el fin de limitar las pérdidas de calor. Estos requisitos son vistos por los firmantes como una limitación a la libertad de diseño arquitectónico.
Más allá de los argumentos arquitectónicos o técnicos, lamentablemente el proceso sigue congelado, y el país se queda con la normativa del año 2007 que es muy modesta para los desafíos actuales, ya que solo regula mediana- mente la aislación térmica de muros, techumbre y pisos ventilados de edificios residenciales. La propuesta de actualización avanza sustancialmente al abarcar otros aspectos esenciales para limitar la demanda energética y mejorar la calidad del ambiente interior, tal como la aislación térmica de pisos sobre terreno, puertas y ventanas; hermeticidad al aire (infiltraciones); y ventilación. Además, propone estándares de aislación térmica para muros mucho más exigentes que los actuales, acorde con lo necesario para el contexto climático. Incorpora también estándares de desempeño térmico para edificios de salud y educación.
La falta de acción en la materia genera graves impactos sociales, tales como la pobreza energética, frío, humedad, condensación y hongos, lo que se agudiza en sectores con problemas de contaminación atmosférica. Es por ello que las comunas que cuentan con Planes de Descontaminación Ambiental disponen de estándares obligatorios para viviendas nuevas y existentes que se alinean con la propuesta de normativa, de acuerdo a su zona térmica. Es decir, las nuevas viviendas del Gran Concepción, Temuco, Osorno, Chillán, Coyhaique, entre otras locaciones, deben cumplir con requisitos bastante exigentes para la aislación de la envolvente, hermeticidad, e incluso superficies máximas de acristalamientos por cada orientación.
Tras el Acuerdo de París, Chile ha suscrito compromisos en materia energética y de emisiones que se detallan en el documento de Contribuciones Determinadas (NDC). Asimismo, la Política Energética de Chile al 2050, incluye objetivos de mejora del desempeño energético de las edificaciones que permita lograr niveles adecuados de confort, maximizando la eficiencia y avanzando hacia edificaciones de “energía neta cero”. En esa línea, el Plan Nacional de Eficiencia Energética 2022-2026, propone que las viviendas reduzcan su demanda térmica en un 30% al 2026. Solo podremos cumplir estas metas si se mejora la actual reglamentación térmica. Espero que finalmente este 2023 los árboles nos dejen ver el bosque. Leer más