Tradicionalmente la impermeabilización del hormigón se aborda en dos términos, uno interno al material y otro externo. En términos internos, de acuerdo con los métodos tradicionales y a los que hace principal referencia la NCh170, es necesario controlar la cantidad y calidad de pasta mediante la correcta dosificación de cemento, así como reducir la razón agua/cemento de este. En este sentido, la importancia de desarrollar un correcto diseño de mezcla que considere además las dosis adecuadas de áridos finos es fundamental para garantizar un material con menor permeabilidad.
De acuerdo con Leonardo Brescia, uno de los primeros avances destacados fueron los aditivos plastificantes, que, si bien fueron diseñados para mejorar la trabajabilidad, "permiten hormigones mejor compactados que poseen menos permeabilidad y porosidad", explica.
Si bien, existen mecanismos para minimizar la permeabilidad de los hormigones, ésta es una característica propia del material, ya que van produciendo microfisuras en el hormigón que surgen por diversas cargas y esfuerzos a lo largo de su vida útil.
Otro de los factores relevantes a considerar desde el diseño de mezcla, es la incorporación de materiales cementicios suplementarios (SCM). De acuerdo con el académico Leonardo Brescia, estos materiales “han ayudado a lograr hormigones más impermeables, pero también más económicos dado que su actividad puzolánica favorece la presencia de silicato de calcio hidratado (CSH), el cual otorga resistencia e impermeabilidad”, reduciendo además el porcentaje de cemento.
En otros países es frecuente el uso de cenizas volantes como SCM o metacaolín. En Chile se ha desarrollado una amplia historia en el uso de puzolanas naturales y escorias de acero, lo que ha permitido el desarrollo de diferentes tipos de hormigones con propiedades específicas para ciertos tipos de estructuras.
“Desde las últimas dos o tres décadas, se ha incorporado en la industria internacional el uso de microsílice o nanosílice, compuestos casi puros de dióxido de silicio que favorecen la impermeabilidad del hormigón, más que cualquier otro SCM”, comenta Leonardo Brescia.
La industria además ha comenzado a incorporar soluciones con hormigones auto-reparantes, donde es posible ver productos cristalizantes en base a minerales que sellan grietas por la formación de microcristales ante la presencia de agua. En este contexto, el académico Álvaro Paul de la Universidad de los Andes, quien también es miembro asociado del Centro, manifiesta que, este proceso de auto-reparación o self-healing se produce cuando se generan microgrietas, lo que permite que el hidróxido de calcio que está sin reaccionar dentro del hormigón reacciona con el CO2 del aire generando calcita. Sin embargo, no es posible obtener los mismos resultados si las grietas aumentan su tamaño, ya que el dióxido de carbono pasa a ser un agente agresor en la medida que hace contacto con la enfierradura del hormigón.
Académicos como Álvaro Paul, Yimmy Silva de la Pontificia Universidad Católica de Chile y Viviana Letelier de la Universidad de la Frontera, están desarrollando investigaciones que analizan el comportamiento del dióxido de carbono en el hormigón desde diferentes perspectivas para mejorar su desempeño y resiliencia del material.
De acuerdo con el académico Leonardo Brescia, también existen materiales que generan acción antibacteriana la cual que favorece la durabilidad ante presencia de bacterias que generan químicos que degradan al hormigón. Adicionalmente “contamos con la tecnología en bio hormigones, donde la adición de bacterias precipitadoras de calcio han mostrado a nivel de laboratorio efectividad en la reducción de permeabilidad al agua. Sin embargo, poca data hay de proyectos a escala real”, añade Brescia.
Protección externa: barreras frente a agentes agresivos
En el caso de sistemas externos que favorezcan la impermeabilidad del hormigón, se encuentran la aplicación de pinturas o recubrimientos. “Caso típico de impermeabilización son las fundaciones, donde se suele cubrir con pinturas de polímeros, generalmente derivados de asfalto, las zonas en contacto con el agua para evitar que entren agentes externos o suba agua por capilaridad”, comenta el académico Leonardo Brescia.
En techumbre, dado que hoy en día es común en edificios encontrar zonas de terrazas con hormigón a la vista, se pueden utilizar pinturas impermeabilizantes en base a poliuretano o membranas asfálticas. Si bien las pinturas suelen tener un costo material algo más caro, la reducción de horas hombres y problemas de instalación suelen ser factores que dan preferencia a las pinturas. De acuerdo con Leonardo Brescia, es importante destacar que, incluso en techumbres con recubrimientos tipo cerámicos o porcelanatos, se debe impermeabilizar el hormigón para evitar filtraciones.
Permeabilidad: un enemigo silencioso
Uno de los mayores riesgos asociados a la permeabilidad del hormigón es la corrosión de las armaduras internas, problema que puede comprometer la resistencia estructural en pocos años si no se controla adecuadamente. En construcciones subterráneas o industriales, además, el ingreso de sulfatos a través de la matriz cementicia puede desencadenar ataques químicos que provocan fisuración y disminución de la resistencia del hormigón.
Impermeabilizar para la sostenibilidad
Para entender la sustentabilidad del hormigón debemos ver varios aspectos tales como el costo ambiental de la producción de cada material usado, la cantidad que se emplea, los mecanismos de construcción y la durabilidad del hormigón. Actualmente, hemos entrado en un foco donde los especialistas deben dislumbrar si el uso de ciertos materiales o dosificaciones pueden generar un mayor costo e impacto ambiental inicial, pero dadas las ventajas de durabilidad puede reducir su impacto y aumentar su ciclo de vida útil. “Por esto, es que muchos investigadores se enfocan en lograr mecanismos que reduzcan la permeabilidad del hormigón, dado que la mayor cantidad de patologías del hormigón se asocian a esta por un principio básico: mientras menos permeable, menos agentes externos ingresan, entonces es más lento el deterioro”, manifiesta Brescia.
Incluso cuando los problemas de permeabilidad pueden no ser estructurales, siempre está el daño al usuario final, el cual está resguardado por nuestra legislación. “En particular, si una persona tiene filtraciones en su hogar (especialmente edificios) causadas por sistemas erróneos o mal instalados, la inmobiliaria está obligada a reponer dichos daños”, comenta.
En los últimos años, se han observado diversos casos de filtraciones no solo en viviendas, sino que también en infraestructura pública, lo que convierte este problema en un factor clave para el desempeño de las construcciones con hormigón.