Transición Energética: “la tercera es la vencida”
La sociedad ha pasado ya por dos transiciones energéticas en los últimos dos siglos, pero ninguna como ésta. La adopción del carbón desplazando a la biomasa se produjo a lo largo de aproximadamente cinco décadas, y el cambio del carbón al petróleo tomó más de tres. Para limitar el calentamiento global a 1,5°C por encima de los niveles preindustriales, debemos aumentar las energías renovables y otras soluciones bajas en carbono a una velocidad vertiginosa.
Aquí hablaremos de proporción (porcentajes) de los energéticos, no de valores absolutos [Gton], ya que el consumo a nivel mundial de los combustibles fósiles en giga toneladas sigue creciendo año a año. Estas fuentes de energías renovables deben igualar los porcentajes máximos del carbón (alcanzó el 55% de la energía primaria en 1910) y del petróleo (41% en 1975) en aprox. tres veces menor tiempo y, en última instancia, representar el mayor porcentaje de la energía primaria para 2050. Se requiere llegar hasta al 70% en 2050 para cumplir con el escenario de emisiones netas cero de la Agencia Internacional de Energía (AIE). Emisiones netas cero significa igualar las emisiones a las absorciones en bosques, o captura y secuestro.
Esta rapidísima transición sigue siendo un desafío enorme y parece cada vez más improbable de alcanzar: las políticas actuales llevarán a un calentamiento de +2,7°C para 2100. Y la velocidad de la transición energética (incluyendo medidas de eficiencia energética) en sectores como la manufactura industrial y los edificios es lamentablemente insuficiente.
Entonces, ¿cómo aceleramos el progreso para garantizar que podamos cumplir objetivos ambiciosos para 2030 y años posteriores? El Boston Consulting Group en su publicación “Una Pauta para la Transición Energética” de septiembre 2023, ha estudiado la transición energética en profundidad para construir un plan que describa formas de escalar nuevas tecnologías bajas en carbono, las implicaciones globales del cambio y las acciones críticas que los formuladores de políticas, los usuarios de energía, los proveedores de infraestructura, los productores de energía y los inversionistas pueden tomar para realmente mover la aguja.
Las proyecciones científicas nos dicen que el hecho de no lograr bajar drásticamente las emisiones tendrá costos elevados para la naturaleza, para la salud y los medios de vida de las personas en todo el mundo. La evidencia de estos impactos se vuelve más clara cada día, y a un ritmo preocupante. Tenemos las herramientas para llegar a cero emisiones netas, pero no contamos con las políticas, los casos comerciales probados, y las capacidades en todas partes para acelerar masivamente el ritmo de acción. Todas las partes interesadas, públicas y privadas, deben hacer su parte para fomentar de manera efectiva avances concretos.
La transición energética es fundamental para preservar un planeta habitable. El Objetivo de Desarrollo Sostenible, ODS # 7, es lograr tener “Energía Asequible y No Contaminante”. También impulsará cambios económicos importantes: alterará la economía de los sistemas y mercados energéticos y reestructurará el panorama competitivo global. Pero si aceleramos con éxito la transición, podremos ampliar el acceso a la electricidad limpia y una mayor prosperidad a los 775 millones de personas a nivel mundial que hoy no tienen ninguna de las dos cosas, y permitir que un número aún mayor de personas que hoy utilizan incipientes cantidades de electricidad, puedan aumentar su uso porque nuestra sociedad moderna se ha vuelto “electrodependiente” (comunicaciones, acceso al conocimiento, teletrabajo, educación a distancia, etc.).
A medida que el costo del cambio climático se vuelve cada vez más visible para los ciudadanos, los líderes del sector público deben generar apoyo público para la acción. Esa acción debería aprovechar todo el poder de las fuerzas del mercado y al mismo tiempo mantener la capacidad de corregir el rumbo. Para lograr este resultado, se deberían priorizar varias acciones: cerrar la brecha de costos con respecto a los combustibles fósiles subvencionados, tomar decisiones locales, rediseñar los mercados energéticos (combustibles y electricidad), reducir drásticamente los tiempos de planificación y obtención de permisos, repensar los marcos legales y reglamentarios, y garantizar una transición energética justa.
Sólo tenemos una única oportunidad para dejar un planeta habitable para las siguientes generaciones. Leer más