Estrategia sin límites. Al infinito y más allá.

Las cosas importantes se dicen, algunas por sabidas se callan, y otras por calladas pasan al olvido. Aprovechando el inicio de año y los días más tranquilos verifiquemos que no estemos olvidando algo importante, para ello los invito hacer un simple ejercicio de estrategia de negocio o personal: Consiste en listar las 10 cosas más importantes que debes y puedes hacer este año. Solo 10.

Tal como decía Steve Jobs, tan importante como elegir que hacer es elegir qué no hacer y, al listar solo 10, nos forzamos a priorizar y poner foco.

Se trata de un ejercicio de enunciado sencillo, nada fácil de completar y tiene una pequeña gran debilidad. Cuando listamos, lo hacemos pensando en lo que vemos y eso tiene un sesgo.

Nuestra propia miopía

Líderes y gerentes deben tener siempre la precaución de su propia miopía, ser conscientes de que existe y que tiñe lo que vemos o entendemos por nuestro entorno y realidad.

Oscar Wilde decía una entretenida frase: “algunos causan felicidad a donde van; otros, cuando se van”. Pero la propia miopía a la que me refiero no es lo que causamos en otros, sino la miopía en lo que vemos, interpretamos, priorizamos y en lo que creemos que es importante desarrollar.

Muchas veces en las entrevistas de trabajo nos piden listar nuestras fortalezas y debilidades. Que extraordinario es poder responder que tenemos fortalezas, forjadas al fragor de la experiencia, los errores y aprendizajes. Pero ¿qué pasa con las debilidades?

No es malo para una organización tener debilidades, todas las organizaciones las tienen (las personas también) lo importante es ser consciente de ellas y, no solo eso, sino que articularlas de forma coherente.

Estrategia como una cadena

Un negocio es bueno o malo, no porque haga todo bien o todo mal. Lo es porque articula un listado de acciones coordinadas, que en conjunto funcionan bien. Los negocios malos, habitualmente lo son no porque hagan todo mal, sino porque hacen una o dos cosas mal.

Es decir, los negocios y las estrategias deben entenderse como una cadena de eslabones. El conjunto de los eslabones definirá que tan buena es la cadena y si uno de los eslabones no calza con los otros o es más débil, tendremos una mala estrategia. Eso hace difícil copiar los negocios exitosos, pues no todos los eslabones son visibles.

Las escuelas de negocio nos enseñan a evaluar y tomar decisiones con datos y antecedentes. Descomponer la problemática y responder a cada parte. Pero en este ejercicio, muchas veces se pierde la visión global o encadenamiento de las decisiones.

Muchas de las estrategias que seguimos cotidianamente, no son el resultado de un análisis riguroso, o resultado de una evaluación detallada. Tomamos muchas decisiones con datos, pero lo cierto es que, a nivel global, nuestro actuar tiene poco de análisis estratégico. 

En nuestro interior, en un proceso de neurociencia poco estudiado aún, trazamos una ruta a los objetivos que nos fijamos. Lo que convierte a las estrategias en una obra de arte y a los estrategas en diseñadores que son capaces de integrar muchos elementos en un actuar coordinado y coherente, como una sinfonía.

Hay conceptos que son diferentes y que muchas veces se confunden. Saber hacía donde avanzar es una cosa diferente, al lineamiento estratégico de una organización y distinto también del objetivo que queremos alcanzar. Nada de esto es estrategia. La estrategia es el conjunto de acciones coherentes y factibles que diseñamos y secuenciamos para llegar al destino. La estrategia nos permite alcanzar el objetivo enmarcada en un lineamiento.

Luego viene la gestión, que tiene que ver con hacer que las cosas pasen, es decir, generar el movimiento. Este concepto lo complementó de forma magistral Peter Drucker, al decir que: “la gestión no es sobre hacer las cosas bien, es sobre hacer las cosas correctas”. 

Las estrategias deben diseñarse o ser planificadas en un horizonte de tiempo coherente. La coherencia en el plazo tiene que ver con la velocidad con que ocurren los cambios en el mercado y con la velocidad que tenemos para ir generando cambios. Aprendemos en la medida que recorremos el camino y por ello tiene mucho valor la experiencia.

Para llegar al infinito

Transitar por el camino estratégico requiere: convicción, premeditación y capacidad de anticipación; de otra forma no se logra un esfuerzo coherente y coordinado. Tampoco es algo que se puede recorrer en un solo día, sin embargo, es necesario avanzar diariamente. 

Todos los días un pequeño paso, todos los días hay que salir un poco de la zona de confort y hacer algo que tenemos que hacer. Si no cambiamos nosotros, si no cambiamos la estrategia, no lograremos nada diferente. 

La comodidad y los miedos limitan nuestras estrategias y acciones. Como dijo Robin Sharma: “los miedos que no enfrentamos se convierten en nuestros límites”.