Hacia una regulación eficiente: El futuro del agua desalada y reutilizada en Chile
¿Cuál es la visión de ACADES sobre las políticas públicas actuales en Chile para la desalación y el reúso de aguas? ¿Qué cambios consideran urgentes para avanzar hacia un marco regulatorio más eficiente y fomentar la inversión en este sector?
Como fuentes no convencionales de agua, la desalación de agua de mar y el reúso de aguas residuales, hoy carecen de un marco regulatorio puesto que son las fuentes continentales las que están sujetas al Código de Aguas. Existen, no obstante, 2 proyectos de ley que buscan regular ambas fuentes, tanto el uso de agua de mar para desalinización como el reúso de las aguas residuales dispuesto por emisarios submarinos. Ambos fueron originados por mociones parlamentarias que gatillaron una discusión más profunda que aún no termina. El proyecto de desalación fue objeto de 2 indicaciones sustitutivas por parte del Ejecutivo -Piñera 2 y Boric- y de indicaciones de la Comisión de Recursos Hídricos del Senado estando actualmente en la Comisión de Hacienda para una revisión profunda puesto que descarriló su curso. Y el proyecto de reúso debiera volver a ser discutido por la Comisión de Recursos Hídricos del Senado prontamente y ser objeto de cambios relevantes puesto que está mal concebido.
Asumiendo que las regulaciones integrales que proponen ambos proyectos de ley puedan tomar años antes de decantar en acuerdos basados en la evidencia científica y la experiencia comparada, consideramos urgente avanzar en iniciativas específicas de menor alcance que permitan fomentar la inversión en proyectos de este sector. En particular, en el campo de la desalación de agua de mar deberíamos reemplazar a la concesión marítima por una concesión de desalación que autorice la extracción de agua de mar, la utilización de los bienes nacionales de uso público que conforman el mar territorial y el borde costero, y conceda la facultad para constituir servidumbres sobre bienes fiscales y propiedad privada para amparar las obras de transporte y conducción del agua de mar -desalada o salobre- hacia los centros de consumo. Por su parte, en reúso necesitamos promover la inversión de los titulares de concesiones de recolección, tratamiento o disposición de aguas servidas en sistemas de reciclaje de aguas residuales autorizando su tratamiento, conducción, distribución y libre disposición.
La colaboración público-privada es clave para enfrentar la crisis hídrica. ¿Qué rol deben jugar las empresas privadas en conjunto con el Estado para asegurar la inversión y el desarrollo de proyectos de desalación y reúso en Chile? ¿Qué experiencias internacionales podrían servir como referencia para el país?
Nuestro modelo sanitario es un ejemplo virtuoso de asociación público-privada que nos permitió alcanzar niveles de cobertura urbana de agua potable y saneamiento de países desarrollados. Por su parte, la Dirección General de Concesiones está pronta a hacer públicas las bases de licitación de una planta desaladora multipropósito para la Región de Coquimbo, utilizando por primera vez el modelo de concesiones para construir infraestructura de seguridad hídrica. Ambos ejemplos dan cuenta de los modelos de colaboración público-privada a través de los cuales podemos generar las inversiones que se requieren para llevar adelante proyectos de desalación y reúso.
Experiencias internacionales, como las de Israel, España y Singapur, dan cuenta que cuando el Estado entrega las herramientas para que inversionistas, desarrolladores, tecnólogos, constructores, consultores, proveedores y operadores puedan participar en un ambiente competitivo con reglas estables en el tiempo, se puede crear infraestructura hídrica resiliente y sostenible.
Existen percepciones negativas y mitos sobre los impactos ambientales de la desalación. ¿Qué beneficios ambientales y sociales trae hoy en día y podría seguir trayendo al país esta tecnología?
Las percepciones negativas y mitos sobre los impactos ambientales de la desalación se basan en experiencias de los años 70 y 80 en países del Golfo Pérsico que ya están ampliamente superadas, o bien directamente en desinformación. Nuestro país tiene más 4.000 kilómetros de una costa con condiciones inigualables para que la desalación no tenga impactos ambientales en los ecosistemas submareales, como las grandes profundidades que alcanza en trechos cortos y la fuerza natural de la corriente de Humboldt. Valiéndose entonces de las tecnologías actuales y de un suministro energético de fuentes renovables, la producción de agua desalada y la utilización de agua de mar beneficia directamente al medio ambiente en la medida que reemplaza al uso del agua continental, permitiendo que ésta pueda sostener la biodiversidad de los ecosistemas hídricos.
Pero además el agua es condición habilitante del crecimiento económico y del desarrollo de otras industrias como la minería, la agricultura, el hidrógeno verde, la generación de energía y el desarrollo inmobiliario y turístico, razón por la cual disponer de una fuente constante y segura de agua tiene beneficios sociales directos respecto de las fuentes de trabajo que dichas actividades generan e indirectos con las rentas fiscales que se perciban y mejorar así la calidad de vida y el bienestar de la población.
Dado que la DGA proyecta una disminución de más del 50% en la disponibilidad de agua en el norte y centro de Chile para 2030-2060, ¿cómo se planea desde la desalación adaptarse a este escenario en términos de innovación y desarrollo tecnológico?
Frente a la proyección de una disminución del 50% en la disponibilidad de agua en el norte y centro de Chile para 2030-2060, la desalación y el reúso de aguas residuales, son las únicas soluciones que pueden aportar nueva oferta de agua a las cuencas. Por ello, la principal innovación es implementar un modelo de gestión integrada de recursos hídricos en las distintas cuencas del país que identifique la oferta y demanda de agua y las posibilidades de cerrar las brechas del déficit hídrico a través de múltiples soluciones costo-eficientes. Esa mirada estratégica que permita proyectar a los distintos territorios del país en el corto, mediano y largo plazo está aún pendiente, prevaleciendo soluciones aisladas y específicas.
Esa visión estratégica nos llevaría, por ejemplo, a proyectar para la zona norte y centro norte del país sistemas interconectados de distribución de agua que permitan transportar el agua desalada a las zonas que más lo necesitan, garantizando un acceso equitativo y eficiente a este recurso vital. Asimismo. La colaboración con el sector energético es esencial, ya que la disponibilidad de un suministro de energías renovables es clave para reducir la huella de carbono del sector.
Además, es esencial fomentar la investigación y el desarrollo en la reutilización de las membranas de osmosis inversa, en la simbiosis industrial de la desalación con cultivos bentónicos y en la minería de salmuera para potenciar nuevos usos con este subproducto. Finalmente, también es relevante avanzar en grandes proyectos que permitan aprovechar las economías de escala que se generan en la producción de agua desalada, así como también en soluciones modulares que puedan abastecer a comunidades rurales y costeras aisladas de los grandes centros de consumo.