La prevención de incendios, tanto forestales como en hogares y empresas, involucra riesgos diferentes, pero es posible ofrecer recomendaciones comunes que tienen que ver con la educación y la asignación adecuada de importancia al riesgo de incendio.
El primer paso esencial para la prevención de incendios es entender que, aunque se trata de un fenómeno no deseado, se origina bajo condiciones específicas. Este fenómeno no es impredecible, por lo que podemos tomar medidas tanto para evitar su ocurrencia como para protegernos en caso de que se presente. Con esta premisa en mente, lo fundamental es estar conscientes del riesgo, evitar condiciones y actitudes peligrosas y, sobre todo, fomentar una educación que permita identificar estos riesgos y actuar de manera adecuada.
En términos generales, la prevención de incendios puede lograrse mediante tres líneas de acción fundamentales: el control sobre las fuentes de energía, el control sobre los materiales y productos combustibles, y el control sobre la interacción de ambos. Estas tres estrategias, por sí solas, son medidas suficientes para prevenir incendios. No obstante, debido a que ninguna medida es infalible, es recomendable implementar medidas complementarias en cada una de estas áreas para asegurar una protección más robusta.
Con estas estrategias en mente, el siguiente paso es realizar un análisis detallado de las condiciones y el entorno para identificar posibles riesgos de incendio y definir acciones preventivas o de mitigación.
Control de fuentes de energía calórica
El primer paso en la prevención es identificar las fuentes de calor que puedan generar un incendio. Siempre que sea posible, estas fuentes deben eliminarse o, si esto no es factible, deben implementarse medidas para controlar su liberación de calor. En esta etapa, se deben evitar prácticas como fogatas, fumar en áreas sensibles, realizar trabajos en caliente (como soldaduras o cortes con chispas) y prevenir la sobrecarga de conexiones eléctricas, entre otras medidas preventivas.
Control de materiales combustibles
El siguiente paso consiste en identificar los materiales presentes en el entorno y evaluar su combustibilidad. Es fundamental evitar el uso de materiales altamente inflamables o combustibles cuando sea posible. En aquellos casos en los que no se puedan eliminar ciertos combustibles, se deben emplear materiales de menor combustibilidad y tomar medidas para controlar el entorno en el que se encuentran. Ejemplos de esto incluyen el manejo de la vegetación en áreas forestales, la limpieza de techos y canaletas para evitar la propagación de incendios, y la elección de materiales de construcción con menor capacidad de inflamación.
Control de la interacción entre fuentes de calor y materiales combustibles
Finalmente, el control sobre la interacción entre las fuentes de calor y los materiales combustibles es crucial para evitar que un incendio se origine. Para esto, se pueden establecer distancias de separación adecuadas entre ambos o implementar barreras físicas que prevengan el contacto. Un ejemplo sería la creación de corredores libres de vegetación entre áreas urbanas y forestales, o el uso de muros cortafuegos que separan viviendas en zonas residenciales.
Estos son sólo algunos ejemplos de cómo aplicar las tres estrategias básicas de prevención de incendios, adaptables tanto para incendios forestales como industriales o domésticos, dependiendo del análisis del riesgo en cada caso. Sin embargo, para hablar de seguridad contra incendios de manera integral, es necesario complementar estas acciones con estrategias que permitan controlar la magnitud e impacto del incendio una vez ocurrido. Esto incluye la implementación de sistemas para controlar el incendio de manera manual o automática, así como medidas de evacuación o compartimentación para proteger a las personas y limitar los daños.