Construcción de viviendas de emergencia: ¿Solución transitoria o permanente?
El Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (SENAPRED) ha definido un estándar de calidad para las viviendas de emergencias (técnicamente denominadas transitorias), pero en Chile lo transitorio de transforma en permanente hasta el nuevo desastre, entonces nos percatamos una vez más de lo frágil y vulnerable que es la posición de la humanidad frente a la naturaleza, y cómo ella responde frente al cambio climático.
Con una población más informada y exigente, se deben considerar soluciones estandarizadas con electricidad y servicio sanitario. Actualmente, las viviendas de emergencias deben tener al menos 24 ± 1,5 m2, un volumen interior de 55 m3 y una superficie aproximada para el baño de 2,5 m2. Se indica en los documentos técnicos de SENAPRED que la vivienda y su baño deben ser construidos con paneles prefabricados, considerar una subdivisión interior de paneles livianos, instalación eléctrica básica, resistencia al fuego F15 y algunas especificaciones de aislantes e impermeabilizantes; con lo anterior se considera que esta vivienda deberá contemplar un periodo efectivo de uso mínimo de 5 años.
Lo que debemos preguntarnos es si un plazo considerado de cinco años es prudente para que una familia habite adecuadamente y desarrolle su rutina doméstica: aseo, alimentación, estudios, emprendimientos, etc. ¿Es una vivienda transitoria una vivienda que en la práctica se usa más de cinco años?, ¿esta vivienda resistiría un nuevo desastre?, o ¿simplemente es una solución para la foto?
Según los expertos, existen cuatro fases en un desastre, y es un ciclo que se debe abordar para reducir las pérdidas humanas y materiales frente a la emergencia:
1) La etapa previa donde debemos prevenir o reducir las causas o el impacto de las consecuencias.
2) La etapa de preparación donde se debe planificar y capacitar a los equipos y a la población.
3) La respuesta oportuna durante la emergencia.
4) La recuperación, compuesta de la fase inmediata y a largo plazo, algunos estudios plantean que la fase inmediata no debiera extenderse a más de 3 meses, pero nuestra realidad es que la respuesta de la vivienda transitoria llega después de 3 meses y se extiende de manera permanente.
En mi opinión, debemos buscar soluciones distintas a este problema y acompañarlo de un cambio cultural donde las autoridades y la población trabajen conjuntamente. Por ejemplo, es factible diseñar viviendas que se puedan construir en el plazo de pocos días y que puedan convertirse en la base de la reconstrucción de cada familia afectada, con una materialidad de carácter definitivo a un bajo costo, el desarrollo actual de la industrialización permitiría contar con un stock de viviendas a la espera de la emergencia que puedan ser, una vez instaladas, la base de la nueva vivienda y que permita una autoconstrucción exitosa, o bien, que permita a través de la solución modular, un armado y rearmado para posteriores emergencias considerando varios usos.
El hecho es que no podemos enfrentar cada emergencia desde cero, es necesario abordar cada etapa eficiente y efectivamente, con regulación y estándares claros y exigibles, no sólo exigencias técnicas a constructoras, pre fabricadores o proveedores de materiales, también se requiere compromiso de la población respetando zonas de construcción o cuidando las viviendas si es que son de varios usos, por ejemplo.
Hoy tenemos la plena certeza de que estaremos expuestos a algún desastre, incendios en verano, inundaciones en invierno, sismos y eventualmente volcanes. Esto hace imprescindible implementar una política de largo plazo, que considere stock de viviendas prefabricadas duraderas que puedan ser el reinicio para las familias afectadas y/o que permitan mantener un stock para varios usos, diferenciando cuantitativamente entre transitorio y permanente y por supuesto trabajar en el cambio cultural que tanto se necesita. Leer más