¿Tendrá mi nieto una vida mejor que la mía?

Hasta unos años atrás, casi todas las personas asumen que un país con crecimiento significaba que las futuras generaciones tendrían una vida mejor. Sin embargo, recientemente una encuesta realizada en Chile indica que una mayoría piensa que las futuras generaciones tendrán mayores dificultades para satisfacer sus necesidades.

A nivel global hay problemas como la contaminación, la destrucción de la naturaleza, las tensiones en distintos puntos del planeta que se ha llamado la tercera guerra mundial segmentada.

A nivel de nuestro país y de América del Sur se habla de jóvenes con desesperanza. Cabe señalar que tener esperanza es creer que a mediano y largo plazo cumpliremos nuestros propósitos y anhelos. La esperanza es la felicidad profunda, al tener conciencia que estamos en camino de cumplir nuestras metas.

Un anhelo de las personas es tener el arraigo de un hogar, poder comprar una vivienda y ahí desarrollar su vida y educar a sus hijos y que estos tengan metas más altas que las de sus padres.

Hoy tenemos un déficit de viviendas del orden de 800.000 unidades y las viviendas que tienen un subestándar de calidad son aproximadamente 1.200.000 unidades. Por otra parte, tenemos 1.290 campamentos en los que viven aproximadamente 110.000 familias y, por distintos motivos, estos números aumentan año a año.

En sectores medios y más acomodados, los jóvenes tienen dificultades para trabajar y tener remuneraciones para pensar comprar una vivienda y con ello formar una familia. Además, se ve impensable vivir en el mismo barrio donde vivieron sus padres y tenemos muchas personas que pasan mas del 30% de su tiempo activo en traslados que no aportan valor y representan un gran desgaste.

Recientes datos muestran una dramática baja de la natalidad y sobre todo en las mujeres que logran tener mejores trabajos, ya que tienen un mayor costo de oportunidad para tener hijos y deben aportar para financiar o ahorrar junto a su pareja con el fin de obtener una vivienda. Lo anterior, se ve agravado por las restricciones de financiamiento de los bancos que no permite acceder a los créditos hipotecarios del mercado.

 

Lo señalado en párrafos anteriores, es una bomba de tiempo que tenemos que enfrentar y resolver.

Un ámbito en el que se ha introducido e invertido recursos para aumentar la productividad en la construcción y “hacer más con menos” es la Construcción Industrializada.

La Construcción Industrializada no es sólo aumentar la cantidad de elementos prefabricados, sino que la construcción sea en base a actividades seriadas, repetitivas, con un ritmo determinado y en un ambiente de control. Para esto, hay industrializadores a lo largo de todo nuestro país, destacándose en la zona centro y sur.

A la fecha se estima una capacidad de construcción de 8.000 unidades de vivienda industrializada anualmente, para dar esperanza y revertir el déficit actual debemos ponernos metas desafiantes como lograr 30.000 viviendas anuales al 2030.

Asimismo, debemos identificar y eliminar algunas regulaciones que significan altos costos en las viviendas y que generalmente están duplicadas. Un ejemplo de lo anterior son los impuestos a los contaminantes locales, que tienen normas de alta exigencia y ahora adicionalmente generan impuestos.

La burocracia, discrecionalidad y problemas con la permisología hace que los proyectos tengan plazos cada vez más largos, que tienen como consecuencia el aumento en los costos indirectos de las obras.

Adicionalmente, tenemos que invertir en ciudad, generando parques, zonas de esparcimiento y, fundamentalmente, en un buen transporte público.

Construyamos ciudades y viviendas que permita que nuestros hijos y nietos tengan sueños y los hagan realidad. 

Trabajemos colaborativamente para que las futuras generaciones vivan con ESPERANZA. Así podré decir que sí, es posible que mi nieto tenga una vida mejor que la mía.