Balance sector energético 2023: Lo bueno, lo malo, lo feo, y lo esperanzador
Para hacer un balance hay que recordar que históricamente, Chile ha dependido de la importación de combustibles fósiles para satisfacer sus necesidades energéticas. El 2022 tuvimos que desembolsar USD 21.980 millones para importar combustibles fósiles. En el 2023 esta realidad se le esconde a la población con subsidios específicos para la energía (electricidad y combustibles fósiles), subsidios con los que no cuentan los alimentos, la salud o la educación.
Lo bueno es que las energías renovables sólo requieren de inversiones, porque la energía solar y eólica son gratuitas. Cabe destacar aquí, que el potencial anual de renovables, conservadoramente estimado por GIZ y Corfo, es de 9,6 [PWh], y la generación eléctrica total en Chile el año 2022 fue de 0,0832 [PWh], es decir, nuestro potencial en renovables (made in Chile) es de más de 100 veces la energía eléctrica consumida por nuestra sociedad actualmente.
En cuanto a la Potencia Eléctrica Instalada es difícil racionalizar lo que está ocurriendo. El consumo eléctrico a nivel nacional es fluctuante entre un mínimo de 7.500MW y un máximo de 12.000MW sin gran crecimiento (ejemplo: peak de demanda máxima el 30 de octubre 2023 a las 21hrs fue 10.924MW). Sin embargo, la Potencia Eléctrica Instalada total a octubre de este año según ACERA es ya de 35.318MW sumando peras con manzanas, es decir, sumando p.ej. potencia fotovoltaica con un factor de planta de sólo un 25% o 30% (de noche toda esa potencia instalada no entrega electricidad alguna) con potencia instalada que tiene un factor de planta +90% como las termoeléctricas o las centrales hidroeléctricas de embalse. El avance en instalar ERNC, energías renovables no convencionales, es destacable con una Potencia Eléctrica Instalada a octubre 2023 de 14.304MW, más 1.452MW en prueba, y 6.493MW en plena construcción. Están aprobados para construir otros 34.205MW y en calificación ambiental hay 13.672MW. La suma de todos estos +500 proyectos renovables no convencionales alcanzan a 70.126MW ¿y toda esta inversión es para atender una demanda interna de no más de 12.000MW?
Lo malo ha sido que el congelamiento de las tarifas eléctricas desde octubre del 2019, si bien es una medida política para “proteger a los consumidores” (y sobre todo a los gobiernos de turno), tiene implicaciones para la salud económica del sector eléctrico. La falta de flexibilidad para ajustar las tarifas según la inflación obstaculiza la rentabilidad de los proyectos eléctricos, lo que provocará una desaceleración de la inversión. El déficit tarifario acumulado en este sector eléctrico es de USD 5.000 millones, cuyo pago tendrán que sincerar los siguientes gobiernos y pagar los ciudadanos hasta el 2035.
Lo feo ha sido que algunas jóvenes empresas de electricidad renovable se han enfrentado a dificultades financieras con precios spot cero por falta de transmisión y consecuente “vertimiento” de electricidad renovable, y la falta de almacenamiento a gran escala para desplazar hacia la noche la electricidad cosechada a medio día. Esto genera preocupaciones sobre la viabilidad económica y la salud financiera del rubro renovables. Subraya la importancia de un marco regulatorio sólido y modelos de negocio sostenibles para garantizar el éxito a largo plazo del sector de las energías renovables. Sin almacenamiento masivo no podemos sustituir las “políticamente feas” termoeléctricas, y las medidas anunciadas por la CNE ahora para adjudicar proyectos de almacenamiento en baterías electroquímicas por 2, 4, o 6 horas no resuelven el problema de fondo. Baterías electroquímicas son más rápidas de instalar, pero no pueden competir en costo por MWh almacenados y cantidad de energía acumulada (días o semanas) con las centrales de bombeo hidráulico como se están desarrollando en el mundo, pero no en Chile.
Lo esperanzador: La electricidad constituye sólo el 23% de la energía final en la Canasta Energética Total, es decir, el 77% son combustibles, y esos hay que “desfosilizarlos” e idealmente producirlos en el país. Uno de los aspectos más prometedores del futuro energético de Chile es el desarrollo del Hidrógeno Verde, una tecnología de almacenamiento de electricidad renovable. La producción y exportación de Hidrógeno Verde y sus derivados energéticos no sólo podría impulsar la economía -al 2050 se pretende generar un nuevo sector económico sustentable similar en volumen a la minería actual- sino también posicionar a Chile como un actor clave en la transición global hacia la energía limpia. Y la buena noticia es que Chile cuenta ahora con apoyo financiero internacional para desarrollar esta nueva industria sustentable y podrá apalancarla con USD 1.000 millones: una oportunidad única para Chile. Leer más