CHILE SIGUE SIN DESCENTRALIZAR la planificación urbana
En la planificación, hablamos de tres modalidades: no planificación, anti-planificación, y una planificación que incorpore los actores del territorio (lugar) o tema (desarrollo, sustentabilidad, etc.) objeto de la planificación. En Chile, sigue primando los primeros dos, o sea una institucionalidad que no ha sabido integrar una participación de calidad, tanto en sus procesos como por sobre todo en sus resultados.
¿Qué impacto tiene en nuestro desarrollo y crecimiento como país?
Generar sistemas de planificación basadas en la colaboración entre organizaciones ciudadanas, privados y gobiernos, tanto locales como regionales, y de nivel nacional, permite contar con información de calidad en tiempo real, mejorando la eficiencia, la eficacia, la transparencia y la ética/valores de proyectos realizados.
Seguir tratando de imponer proyectos a la fuerza, que respondan a los intereses de grupos más bien pequeños, es una receta para seguir viviendo condiciones socio-políticas cada vez más tensas y conflictuadas.
¿Mantenemos defi ciencia y omisiones en el plan regulador territorial del país?, ¿a qué se debe, si es un aspecto tan importante para el crecimiento de las ciudades y calidad de vida de las personas?
En el siglo XX la planificación urbana-regional evoluciona como un sistema para ordenar edificios, usos de suelo, movilidades asociadas, o sea, cosas. Pero desde fines del siglo pasado entendemos que estamos planificando sistemas de vida, y que necesitamos que sean saludables, inclusivas y sustentables frente a los desafíos de este cambio de siglo que — como hace 100 años — ha partido lleno de desafíos y déficits producto de los errores del s. XX, o simplemente cambios en la realidad que enfrenta la humanidad
La resiliencia (la capacidad de nuestros barrios y comunidades de sobrevivir, adaptándose a desafíos como el confl icto social, la pandemia, los siniestros viales con una mortalidad inaceptable, etc.) requiere una participación activa de todos los actores, especialmente las organizaciones ciudadanas que están en los barrios 24 horas al día, 7 días a la semana, o sea, siempre. Esto requiere invertir recursos equivalentes a lo que ahora se invierte en consultores y otros actores, en la sociedad civil: la ciudadanía organizada.
¿Qué ejemplos exitosos de otros países pueden ser aplicados en Chile?
Nadie hace todo bien, y además, como toda ciencia social, es importante entender que no hay leyes universales, que garantizan que un éxito en un lugar funcionará igual en otro contexto muy diferente. Cualquier experiencia de referencia requiere adaptación, y nuevamente surge que se adapta mejor con participación que a través de la imposición. Experiencias como la de los Países Bajos, Chile, Canadá, Dinamarca, Francia o Australia, que comparten similares recursos, desafíos de distancia y, pueden ser mucho más relevantes que seguir tratando de copiar EEUU. Aprender de ciudades como Fortaleza de Brasil o Pune de India, Quito o Buenos Aires en algunos temas siempre es recomendable.
¿Falta un departamento o ministerio de planificación estratégica y gestión territorial o una entidad similar enfocada en proyectar todos estos aspectos y escribir un mejor futuro?
En términos institucionales, es muy importante reforzar el rol de los gobiernos regionales a cargo de la planificación y el desarrollo de sus regiones. Son el eslabón perdido de la institucionalidad chilena, que salva a Canadá, EEUU, Países Bajos u otros países, especialmente en momentos de crisis y cambio, como el actual. Conectan entre escalas y, además, tienden a corresponder con mayor lógica al medio ambiente de cada zona.
Más que crear otro ministerio nacional, se necesita generar una trama más potente de descentralización, donde los niveles de mayor escala, especialmente nacional y regionales, se enfoquen más en cómo lograr una distribución equitativa de recursos y posibilidades, mientras los niveles más locales reciban más apoyo para dirigir sus propios destinos. Por lo mismo, más que pensar en un “super ministerio” que podría salvarnos a todes, debemos generar un sistema de “checks and balances”, o sea, “controles y equilibrios” que previene que un actor “loco” se tome el sistema y haga mucho daño. Más que un sistema donde uno gana todo y el resto pierde — de alto riesgo en las condiciones actuales — necesitamos un sistema donde todes ganamos a veces, y perdemos a veces, pero ganamos lo suficiente para aceptar (incluso felicitar) al contrincante.
En términos de los ministerios, un cambio potencialmente beneficioso sería combinar Obras Públicas con Transporte y Vivienda, uniendo la capacidad financiera del MOP con las necesidades de movilidad y vivienda social. Es esencial que estos ministerios dejen de encargarse de temas más bien regionales y locales. Así se hace en Toronto, París, Londres, Nueva York, Bogotá, Buenos Aires, Quito. Solo en países muy pequeños, como Escocia o Irlanda, con 5 o 6 millones de personas, se ve la capacidad necesaria de llegar directamente a la gente desde lo nacional. Chile ya pasó ese umbral hace tiempo y necesita descentralizar, no sólo porque es “bueno”, sino porque es más eficiente y efectiva la gestión, cuando están bien ordenadas las facultades entre actores de cada escala.
No digo que sea fácil transicionar, pero es necesario y vale la pena, por los buenos resultados. Leer más