Esta edición está dedicada a la sostenibilidad en la construcción, un tema decisivo para el futuro del sector y de cualquier empresa. Cuando ocurren accidentes graves, la sostenibilidad se pone en riesgo: se afecta la continuidad operacional, la reputación, los costos y, en muchos casos, se generan sanciones o procesos judiciales. La seguridad no es solo un requisito legal, es un factor esencial de sostenibilidad empresarial.
En la columna anterior destacamos la importancia de contar con una estrategia clara de gestión de riesgos, base sobre la cual se construye todo plan de prevención. Evaluar los riesgos, seleccionar los más críticos, definir controles y asignar responsables son pasos indispensables para sostener una gestión coherente y efectiva.
La digitalización alcanza su mayor impacto cuando se apoya en esta estrategia y en el desarrollo planificado de la cultura de seguridad. Una aplicación móvil o un tablero de control pueden ser un gran aporte para organizar la información, fomentar la participación, monitorear avances, y resolver los problemas detectados.
Para entender esto, primero debemos aclarar qué entendemos por cultura de seguridad, concepto que a veces suena abstracto y difícil de llevar a la práctica. La Cultura de Seguridad según el ICSI (Instituto por una Cultura de Seguridad Industrial), es el conjunto de creencias, valores y comportamientos compartidos por todos los miembros de una organización en la gestión de los riesgos de sus procesos y tareas. En otras palabras, es la forma en que pensamos y actuamos frente a la seguridad —desde la alta gerencia hasta cada trabajador en terreno—.
La cultura define los comportamientos, y en prevención buscamos que estos sean seguros, y favorezcan la prevención de accidentes. Para trabajar la Cultura de Seguridad, el ICSI nos entrega varios elementos. Primero están los elementos técnicos, basados en una gestión de riesgos como la comentada en el artículo anterior. La digitalización apoya este trabajo al integrar matrices de riesgo, controles críticos e inspecciones en un solo sistema, facilitando la trazabilidad y el aprendizaje continuo.
El segundo pilar es contar con un sistema de gestión de seguridad que promueva la mejora continua: establecer metas, planificar, ejecutar, verificar y aprender. Hoy, las plataformas digitales facilitan este ciclo mediante tableros en tiempo real, reportes automáticos e indicadores que muestran el avance del plan preventivo.
Luego debemos trabajar los factores organizacionales, que considera distintas líneas de trabajo. Para esta columna destaco la importancia de construir una cultura justa a partir del desarrollo de confianzas dentro de la organización. Prevenir accidentes implica identificar riesgos antes de que se materialicen, lo que solo es posible si las personas se sienten seguras para reportar. Muchas veces, la cultura organizacional termina castigando a los trabajadores que reportan los riesgos, y los riesgos permanecen ocultos.
Aquí la tecnología también aporta: las aplicaciones móviles permiten bajar las barreras para comunicar riesgos. El desafío sigue siendo cultural: responder con coherencia, escuchar y actuar frente a los hallazgos. La confianza no se decreta, se construye en el tiempo y se demuestra con cada decisión.
En sectores como la construcción, donde la operación depende de múltiples empresas contratistas, es fundamental incluirlos en todos los procesos de gestión: desde la identificación de peligros hasta la participación en reportes, investigaciones e inspecciones. Las plataformas digitales permiten compartir la información preventiva entre empresas, visibilizando hallazgos comunes y buenas prácticas. Así, la cultura de seguridad se transforma en un lenguaje compartido, no en una exigencia impuesta.
En síntesis, la cultura de seguridad se fortalece cuando las personas confían, participan y aprenden, y la digitalización se convierte en el puente que une la información con la acción. La tecnología no reemplaza la cultura: la potencia, la hace visible y la conecta en toda la organización.
En la próxima columna continuaremos revisando los elementos que fortalecen la cultura de seguridad y cómo las nuevas herramientas digitales pueden acelerar este proceso de transformación preventiva.

