Es hora de mirar hacia arriba: edificios para el calentamiento global
"Don't Look Up" es una película que aborda de forma satírica el tema del cambio climático y su relevancia en la sociedad contemporánea. La trama sigue a dos astrónomos, interpretados por Jennifer Lawrence y Leonardo DiCaprio, que descubren un cometa gigante en curso hacia la Tierra. Este cometa se convierte en una metáfora del cambio climático, representando una amenaza global inminente que pocos toman en serio.
La película destaca la indiferencia, negación y falta de acción de la sociedad y los líderes políticos frente a esta crisis climática.
En los últimos cuatro meses, hemos observado un aumento sin precedentes en la temperatura de la Tierra y de los océanos, acompañado de eventos extremos, como incendios forestales, olas de calor, inundaciones y huracanes. Mientras la temperatura global sigue aumentando, los hielos polares se derriten a un ritmo preocupante. Estudios proyectan un verano extremadamente caluroso en Chile para 2024, con temperaturas que alcanzarán los 42°C en ciudades del valle longitudinal.
El cambio climático ya está aquí, por lo que debemos acelerar las acciones para enfrentarlo. Las estrategias de adaptación y resiliencia deben abarcar escalas territoriales y urbanas, así como la escala edificatoria.
En esta columna, quiero referirme a las olas de calor como fenómeno climático cada vez más común y peligroso en todo el mundo. A medida que avanza el calentamiento global, las temperaturas extremas y prolongadas se han convertido en una amenaza creciente para la salud y el bienestar de las personas. Estos eventos climáticos extremos no solo causan molestias temporales, sino que también pueden ser mortales. Las altas temperaturas pueden provocar deshidratación, golpes de calor y agravar condiciones médicas preexistentes. Las poblaciones más vulnerables, como los ancianos, los niños pequeños y las personas con enfermedades crónicas, son particularmente susceptibles a los efectos devastadores de las olas de calor.
En este contexto, la arquitectura y el diseño de edificios desempeñan un papel crucial en la mitigación de los efectos de estas olas de calor y en la protección de la vida humana. A simple vista, el aire acondicionado parece la mejor opción, pero, por un lado, consume energía y, por lo tanto, contribuye a la causa del cambio climático. Por otro lado, el aumento en el consumo de energía eléctrica durante olas de calor aumenta el riesgo de blackout o corte masivo de energía eléctrica.
Las estrategias pasivas resultan mucho más resilientes. En primer lugar, debemos evitar que la radiación solar directa ingrese a los espacios. Es importante implementar elementos de protección solar, idealmente por el exterior de los cristales, priorizando el control del sol del poniente. La arquitectura tradicional nos muestra que postigos exteriores, corredores y parrones cumplen esa función. También los cristales con control solar.
En segundo lugar, es importante aislar la techumbre del calor exterior a través de cubiertas reflectantes, entretechos ventilados y la incorporación de aislación térmica. En tercer lugar, incorporar materialidades pesadas con alta masa e inercia térmica, como la albañilería y el hormigón, que tienen menos riesgo de sobrecalentamiento que las materialidades livianas. Finalmente, la ventilación intersticial en muros y techos ayuda a evitar el traspaso de calor al interior, y la ventilación cruzada por efecto del viento aporta a la percepción de frescor térmico.
En resumen, los edificios desempeñan un papel fundamental en la mitigación de los efectos de las olas de calor en un mundo que se calienta cada vez más. Rehabilitar edificios para resistir y proteger a las personas de las altas temperaturas es esencial para la salud y el bienestar. La inversión en edificios adaptados a estas condiciones extremas es una inversión en seguridad y resiliencia. Leer más